EPÍLOGO

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Summer

Un año después

Aún sigo trabajando en mí y en ser mejor. Ser la versión de mí misma de la cual me sienta orgullosa. He hecho cosas de las que me arrepiento y otras que celebro. Supongo que de eso se trata la vida y la felicidad: de momentos, algunos que dejan huella y otros que pasan desapercibidos.

Miro el cuadro frente a mí y aún no creo que en esa pequeña placa debajo, esté mi nombre.

Luego de muchos proyectos, cambios y mejoras, mi profesor me ha ofrecido formar parte de una exposición. He aceptado, muy contenta y aquí estoy. Se han acercado varias personas a él y he detallado sus reacciones. Al parecer, alguien quiere comprar mi arte. Se siente demasiado irreal.

Respiro profundo y cierro los ojos durante un instante.

—Definitivamente es mi cuadro favorito de toda la exposición, me gustaría felicitar a la artista.

Esa voz.

Esa jodida voz.

Me tensé de pies a cabeza.

Me giré un poco y mis ojos se fueron hasta él por sí solos.

Me encontré con esos ojos negros fijos en mí. Mirándome como siempre lo habían hecho. Con hambre. Como si quisiera comerme. Se mordió el labio inferior con una sonrisa.

Estaba vestido con un traje que negro, el cabello algo despeinado y con la mano en el bolsillo.

Mi corazón quería salirse de mi pecho para ir con él. Mi piel se erizó llamándolo para que me tocara de una vez.

Mi cuerpo entero reaccionó a su presencia.

Todo el tiempo que habíamos pasado sin vernos me golpeó fuertemente. No pude evitar tensarme, abrí la boca en una expresión entre sorprendida, ansiosa, emocionada y de no saber como reaccionar.

Esos ojos negros, ardientes y chispeantes me recorrieron de pies a cabeza, mordiéndose la boca. Mirándome con anhelo, con deseo. Había amor y añoranza en esos ojos.

—Hola, corredora. ¿Me extrañaste?

—Chase... —pude pronunciar.

Al mismo tiempo él se volteó un poco para tenerme de frente y yo me lancé para abrazarlo. Me apretó con ambas manos desde la cintura y escondí mi rostro en su cuello. Quería quedarme ahí para siempre.

Olía a él, mi ropa iba a volver a tener su aroma.

Sus manos me acariciaron la cintura con delicadeza, volviendo a hacerme sentir viva. Sus dedos se pasearon por mi espalda descubierta, poniendome la piel de punta.

—Te extrañé muchísimo —murmuré.

Se separó un poco para tomarme del rostro con una mano y sentí sus caricias en mi mejilla.

—No creo que más de lo que te extrañé yo —dijo contra mi boca.

Los meses sin poder tocarlo me estaban pasando factura y a él parecía pasarle lo mismo.

—Me encontraste —suspiré.

—Siempre voy a encontrarte, corredora. No importa donde estés ¿recuerdas? —se burló con una sonrisa.

Me tomó de la cintura con fuerza. No tuve que pedir que me besara de una vez por todas. Nuestras bocas estallaron una con la otra con desespero sin más.

—No tienes idea de lo difícil que fue estar lejos de ti, cariño. Te amo —dijo dándome otro beso—. Te amo —repitió y me besó otra vez, derritiéndome.

—Te amo Chase —respondí en su boca, besándolo con fuerza. Me sonrió y me tomó del rostro con las dos manos para besarme con más profundidad. Enterré mis dedos en su cabello desde su nuca y sonreí mientras lo besaba.

—¿Tienes idea de lo preciosa que eres? —volvió a besarme—. Te estaba observando desde hace unos minutos y pensé: Joder, pasan los años y nunca me acostumbraré a que esa mujer tan hermosa sea mía... también pensé en arrancarte el vestido en algún rincón oscuro que encontremos por ahí, pero lo otro parecía más romántico.

Solté una pequeña risita sin dejar de acariciarlo.

—Veo que no has cambiado nada.

—Contigo, nunca —me sonrió.

—Tampoco me acostumbro a que seas mío.

—Acostumbrate, porque lo seré hasta el día que me muera.

Volví a sonreírle y le di otro besito.

Me abrazó y ambos dirigimos la mirada hacia el cuadro.

—Estoy muy orgulloso de ti —me susurró al oído.

—Yo también estoy orgullosa de ti, mi amor.

El tiempo se detuvo cuando volvió a mirarme con esa sonrisa deslumbrante que siempre conseguía derretirme y que no veía en persona desde hacía mucho tiempo.

Me incliné otra vez para besarlo.

Lo único que pude pensar en cuánto el corazón se me aceleró a niveles poco sanos fue: al fin.

Al fin volvía a tenerlo conmigo. Al fin me sentía en casa otra vez. Al fin lo tengo entre mis brazos.

Todo el esfuerzo que tuvimos que hacer durante este año fue doloroso e insoportable. Pero vale la pena en el instante en el que puedo mirarlo, tocarlo, besarlo, abrazarlo, amarlo. Todo vale la pena en tanto yo vuelva a él y él vuelva a mí.

Lo haría mil veces si supiera que el resultado sería este, estar juntos de una vez por todas.

Mientras lo besaba como había querido hacerlo durante todo un año pensé en Austin y en lo feliz que debería estar ahora, esté donde esté.

Gracias por enviarmelo de vuelta, Austin. Imagino que estarás con una enorme sonrisa en este momento, sea donde sea que estés. Cumplí mi promesa, Chase está sanando, y yo también. 

Te quiero mucho amigo. 

End game [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora