Estaba atado de manos, si daba un paso en falso la vida de Porchay estaría en peligro... si es que ya no lo estaba. Korn nos había imposibilitado cualquiera idea, y es que, todos en el infierno sabían que a pesar de que Kinn, Jael y yo éramos potencialmente peligrosos, Korn era el hijo de puta mayor. Era de sabios reconocerlo.
Nunca había sentido algo tan horripilante como la culpa, un demonio no podía tener esa clase de emociones, y aquí estaba yo, teniéndolas porque el lazo con Porchay me humanizaba. Era extraño que un demonio pudiera enamorarse, no sucedía de forma continua, y era una maldición hacerlo porque significaba que la otra persona podía matarnos y ni siquiera pondríamos resistencia, era algo irrompible, peor todavía si es un mitad ángel y tiene control sobre ti, como Porchay lo tenía conmigo.
Era insoportable sentir aquella necesidad de saber que estaba bien, sabía que estaba con vida, podía sentirlo... por medio del lazo que compartíamos, pero no sabía en qué circunstancias o dónde se encuentra. Maldita mierda.
– Entonces, Kimhan... ¿Que estarías dispuesto a darme por tu ángel? – preguntó Korn caminando de un lado para otro
Lo miré, me temblaban las manos... quería arrancarle la cabeza del cuerpo, quería ver su sangre correr por mis manos, pero no podía... nadie podía... solo Porchay, él era el único de enviarlo al infierno.
– Todo – respondí – No lo lastimes.
Korn sonrió – Nunca pensé que... vería a Kimhan enamorado de un Nephilim, es tan... patético... tienes unos dones increíbles, Kim, y los vas a desperdiciar por el amor que sientes hacia un... ángel, ¿no es repugnante? –
Lo era, claro que lo era... yo era un jodido demonio, un ser poderoso, un inmortal... y estaba sufriendo como un humano cualquiera, estaba amando a una criatura celestial, una criatura que se supone es mi enemiga natural, y sin embargo, estaba aquí, dispuesto a entregar mi propia existencia con tal de salvarlo.
Era... repugnante en todo sentido, pero no podía hacer nada para cambiarlo, ya no podía dejar de sentir esto, no podía romper el puto vinculo y aunque pudiera, mis sentimientos por él nunca cambiarían... esto significaba que estaba jodido
–¿Cual es tu precio? – pregunté
Sonrió, ladeó su cabeza – Tus dones, Kim – respondió – Tu existencia, eso deseo.
Mierda... Korn tenía derecho de quedarse con cualquier don demoniaco, no importaba de quien fuera, si yo aceptara su precio... estaría entregándole toda mi inmortalidad...
– No puede hacer eso – replicó Jael dando un paso adelante – Si Kim te entrega sus dones...
– Así es, su existencia se reduciría a la de un simple humano – dijo y sonrió –
Kinn negó – No puedes pedirle eso a un demonio mayor, Kim es líder de...
– No es mi problema, las labores de Kim pasarían a ser mías y podré con ellas – Korn se encogió de hombros – Es tu decisión, Kim. Me trasladas tus dones, y tu vida será completamente mundana, en cambio liberaré al Nephilim.
Sonreí mientras me cruzaba de brazos... – No soy idiota, Korn... sé que no soltarás a Porchay así como así, sus dones son incluso más importantes que los míos. ¿Qué carajos piensas hacer con él?
– Por supuesto, a él le quitaré sus dones, no planeo dejar a un mitad ángel deambulando por el mundo... – Korn negó – Es demasiado arriesgado... ¡Mírale el lado positivo! Podrás vivir con tu humano sin detenimientos, Kim... incluso podrán morir después de un determinado tiempo, no todo es tan malo, estarán juntos...