17. Love story +18
Nunca pensé que disfrutaría tanto la mortalidad... honestamente, siempre pensé en lo débiles que eran los humanos, y sí, físicamente son débiles, tienen enfermedades mortales, un accidente podía matarlos, o una estúpida infección, a demás, eran vulnerables, también tenían enfermedades intangibles como las mentales y esas (según yo) eran más difíciles de tratar... sin embargo, a pesar de todo eso, estar con Porchay recompensaba cada cosa. Quien iba a decirlo...
Sobretodo cuando estábamos en aquella casa de campo que Macao me dijo para traer a Chay a esa cita que tanto quería, lo veía tan hermoso pescando en el lago que reposaba en frente a la propiedad, estábamos rodeado por bosques, a Chay le encantaba hacer senderismo, también montar bicicleta y pescar (aunque era pésimo) pero se veía hermoso haciéndolo.
Me senté en el pórtico de la casa mientras él se veía tan alegre tratando de poner bien la caña de pescar, yo me entretenía viéndolo y comiendo fresas, ahora que soy humano me daba mucha hambre con facilidad, Chay decía que teníamos que comer a horas prudentes y cosas saludables, aunque yo me había enamorado de la pizza y el ramen de cerdo, era delicioso y no quería admitirlo pero Macao hacía uno muy bueno, casi, casi, podía caerme bien.
Me alegro de haberle otorgado el destino de su alma a Jael, sé que cuando llegue el momento, él sabrá qué hacer y Macao tendría una buena eternidad, eso esperaba y quería creer en el pecho de Jael... palpitaba la presencia de Macao.
Podía decir que extrañaba un poco la inmortalidad pero esto era bueno... ahora sentía cuando hacía frío o calor, también cuando tenía hambre o sueño, antes podía hacer esas cosas simplemente por deseo... ahora era por necesidad, si no dormía al día siguiente me levantaba de mal humor y débil, así que después de besar a Chay y tenerlo en mis brazos, caía profundamente...No me molestaría tener que pasar una larga vida humana haciendo esas cosas con él. No me molestaba para nada.
Luego llegaron los sueños, en la mayoría Chay estaba presente... porque eran los recuerdos más bonitos que tenía, pero también soñaba cosas espeluznantes en el infierno y una vez me levanté sudando y agitado, Porchay me tomó en brazos y me tranquilicé, él sabía como tranquilizarme.
¡Ah, sí! También sudaba...
– ¿Qué tanto me ves? – preguntó Chay poniéndose de pie y llegando a mi lado
Sonreí – Mm, que te ves hermoso haciendo... tratando de pescar – me burlé
– Oye, lo hago bien – replicó enfurruñado
– Claro, lo que digas – asentí
Chay palmeó mi hombro y se sentó a mi lado, colocó la cabeza en mi hombro y ambos nos quedamos allí viendo el bonito atardecer esconderse a través de las montañas.
– Nunca me percate que el cielo tenía colores tan bonitos – dije
– ¿No? Para ser alguien que ha vivido tanto tiempo te has perdido de muchas cosas – comentó Chay
Y era cierto, a pesar de estar tantos siglos caminando por la tierra, viendo toda clase de culturas, escuchando tantas historias... nunca me detuve a ver las cosas pequeñas como lo era el color de un atardecer, o la brisa del alba, quien sabe, quizá porque consideraba esas cosas como pequeñeces, ahora solían ser efímeras... tal como la vida humana.
– No me detuve, nunca lo vi necesario – dije – Pero ahora todo es diferente, incluso el canto molesto de los pájaros en la mañana me parece interesante.
Chay soltó una risita – ¿Verdad? Pero odias madrugar –
– Mm, es que disfruto estar en la cama contigo – dije porque era cierto.