10. I can kiss him.
Empecé a creer en historias de fantasmas cuando conocí a Kim en la iglesia abandonada de mi pueblo, pero no sentí tanto terror como cuando vi que sacrificaron a una jovencita... cuando la apuñalaron en el corazón y escuché el sonido de sus huesos quebrándose. Soñé con ella, pero... sentí su dolor y fue agonizante.
– Ella murió en paz, no deberías pensar en eso – era la suave voz ronca de Kim en mi oido.
Abrí los ojos, recordé que anoche nos habíamos besado en el balcón y que me dormí en su pecho después de que me dijera que no tenía corazón. El beso de Kim había dejado una huella tibia en mis labios, y de hecho, en todo mi cuerpo, fue tan intenso, creo que nunca nadie me había besado de esa manera, y me dio la ligera sensación de que quería comerme, desvanecerme... no lo sé, era tan bizarro como tan fuerte, profundo e intimo, y por supuesto: me encantó.
– Sentí su dolor – susurré, estaba boca abajo mirando la puerta...
La mano de Kim se resbaló por mi espalda suavemente hasta tocar la piel expuesta que se asomaba por encima de mi pantalón de pijama, sus dedos se sentían fríos y era reconfortante en contraste al calor de mi piel. Tuve que retener un suspiro cuando su mano se coló adentro de mi camisa blanca y comenzó a subir utilizando solo la punta de sus dedos.
– Eso es porque la liberaste de su agonía, hay un precio que pagar – Kim se había inclinado un poco para hablarme al oido – Cuando un demonio utiliza sus dones, es el humano quien tiene que pagar el precio, pero cuando un ángel o en tu caso, un híbrido, utiliza sus poderes... serás tu el que pague el precio, no el humano.
Alcé las cejas – Es un poco injusto – murmuré, su mano subía y bajaba lentamente... – Pero en todo caso, prefiero ser yo el que pague el precio y no el alma de esa pobre chica.
Los labios de Kim rozaron mi oreja – Eso es lo que te diferencia de mi, cariño – susurró, sus labios acariciaron el cartílago de mi oreja – Pero solo sucede una vez, ya no volverás a verla en sueños o a sentir su agonía.
En ese momento si suspiré, su mano había tocado mis costillas y sus labios estaban presionados suavemente en la parte trasera de mi oreja, lo sentí inhalar.
– Me gusta tu aroma, ángel – ronroneó, sonreí. –
Me moví suavemente para poder quedar boca arriba y mirarlo, Kim en las mañanas era precioso, pero claro que siempre lo era, sin embargo, ahora tenía un brillo particular que me gustaba. Estaba apoyado en su codo y su mano sostenía su cabeza, parecía tan relajado... y por un momento pensé que estábamos juntos de vacaciones, que nos besaríamos toda la mañana y que...
– Si es lo que deseas, ¿por qué no estás besándome? – preguntó bajando su oscura mirada por todo mi rostro hasta mis labios.
Alcé las cejas – Kim, deja de meterte en mi cabeza – susurré. Kim sonrió, su mano ahora sobre mi abdomen, se sentía fría... me gustaba su piel, era suave y tersa, bonita.
– Mm, pero me gusta – susurró – A demás, piensas mucho en mí, eso me interesa.
Puse los ojos en blanco dandole un golpecito a su pecho, las sábanas granate contrastaban con nuestra piel blanca, aunque yo era un poquito más bronceado que Kim.
– No te hagas ilusiones, pensar en ti no es tan descabellado, mi vida se ha resumido en jugar a los detectives con un demonio – dije, riéndome – Es lógico que permanezcas constante en mi cabeza jodida.
Kim alargó una sonrisa... me gustaba cuando hacía eso, cuando sonreía porque naturalmente no lo hace con otras personas: A Kim solo puedo besarlo yo, Kim solo sonríe conmigo... la sola idea tuve que quitármela de la cabeza y no darle mucha trascendencia a eso. No significaba nada realmente.