5. United by the sacred blood.
Había algo que estaba mal, ¡había algo que estaba muy mal! Podía presentirlo, Macao estaba en peligro. Hacía horas que no se comunicaba conmigo y ya eran más de la media noche. Había miles de posibilidades en ese viaje y dos eran malas: que Macao saliera herido o que Macao muriera, cualquiera de esas dos... de solo pensarlo era una tortura.
Nunca debí dejarlo ir, nunca debí que ese demonio del infierno se lo llevara, tuve que haber ido con él ignorando cualquier pretexto estúpido como que tengo sangre de ángel, me importa una mierda, yo tuve que haber ido con Macao y quizá, ya estaría aquí o ambos estaríamos en peligro, pero... sería juntos, como siempre.
Macao era muy especial para mi, era como mi hermano... el hermano que si estuvo para mi cuando necesite uno, cuando Porsche no estaba y cuando no se dignaba a responder mis putos mensajes pidiendo ayuda porque papá estaba a punto de tirar la puerta de mi habitación para golpearme por ser... homosexual. Porsche jamás estuvo para socorrerme, pero Macao sí... incluso cuando lo amenazaron para que no se juntara conmigo, había sido mi padre, eso era seguro. Y yo, yo siempre había estado para él. Incluso cuando me enteré que yo le gustaba.
El no lo sabe, yo jamás se lo quise decir porque no podía corresponderle, así que me guardé el secreto... y creo que lo llevaré a la tumba aunque sé perfectamente que en este momento el amor que él me guarda es fraternal, nada más allá de eso.
Lo supe porque leí una conversación que tuvo con Vegas, una vez le preste el computador porque el suyo se estropeó, así que él abrió su Line de escritorio y olvidó cerrarlo, no quise leerlo, no suelo meterme en conversaciones ajenas pero vi mi nombre... "¿Ya le dijiste a Chay que te gusta?" Cuando leí esa pregunta escupí la coca-cola que estaba bebiendo, y lloré... lloré mucho porque Macao le había dicho que nunca me lo diría porque no quería alejarme.
Eso fue hace mucho tiempo, para hoy en día ambos habíamos estado en distintas relaciones... y su cariño creo que se trasformó en uno verdaderamente de hermanos. Por ende, él era la persona más importante para mí. No podía perderlo...
– Me harás vomitar si sigues pensando así –
Di un respingó en la cama, parpadee hacia la ventana encontrándome con la salvaje mirada oscura de Kim travez de la luz que emitía la luna.
– ¿Podrías avisar cuándo apareces así? – pregunté llevándome una mano al corazón
– O tu podrías acostumbrarte – bramó – Levántate, nos vamos de aquí.
No me levanté – Quiero saber cómo está Macao.
– Pronto volverán, levántate –
– No voy a ir contigo a ninguna parte hasta que hable con mi mejor amigo, ¿captas? – crucé mis brazos
Kim alzó las cejas, puse ver una chispa de maldad atravesando sus ojos, me señaló con su indice.
– Si no te levantas de la cama en cinco segundos, iré allá y te sacaré – amenazó – Voy en cuatro segundos, Porchay – se movió hacia la cama y yo me levante.
– Ya, ya, aléjate – repliqué, busque a tientas un abrigo para colocármelo.
Vi a Kim observar cada cosa que hacia, llene una pequeña mochila de ropa limpia, los libros para las clases de mañana, cosas de aseo personal y la colgué en mi hombro.
– ¿A dónde iremos? – pregunté
– A mi casa – respondió – Te espero abajo, no tardes.
Él desapareció y yo exhalé, de nuevo intente llamar a Macao mientras bajaba las escaleras de mi casa, pero nadie respondió. Kim estaba esperándome en el auto, entré al puesto del copiloto y dejé la mochila encima de mi regazo.