14. The curse
Kim me tomó de la mano apenas cruzamos el umbral de la iglesia, habían muchas personas, conocidos del colegio.
– ¿Quién estará detrás de todo esto? – pregunté
Kim no respondió, solo miró a su alrededor mientras nos desplazábamos hacia el altar, habían bebidas, toda clase de drogas, y las personas estaban disfrazadas, algunos de ángeles y otros de demonios, con cachos y cuernos.
Habíamos acordado con Jael que vigilara los alrededores, mientras nosotros estábamos adentro.
– ¿Sientes algo? – preguntó Kim a mi lado
Me concentré, pero no sentía absolutamente nada diferente.
– No, nada... – contesté – ¿Cómo puede hacer una fiesta en un lugar... así? Quiero decir, aquí murieron muchas personas, nuestros compañeros.
Kim tomó algo de ponche – Si, lo recuerdo... ah, yo los maté – puntualizó –
Lo miré ceñudo, que idiota era. No es como si yo no recordara todo lo malo que había hecho.
– Si, lo hiciste, gracias por recordar – solté su mano haciendo un mohín
Kim se acerco a mi – ¿Debo disculparme por eso? – preguntó curioso.
– No –
– ¿No?
– No lo harías de corazón – le pinché el pecho
Kim sonrió y lo atrajo hacia él – Mm... pero por ti podría hacerlo – golpeó un beso en sus labios –
– ¡Chaaaaay! –
Cerré los ojos... ay no... Andrew...
– Andrew... – saludé sin ganas al girarme –
Estaba vestido de demonio... ¡por amor a Dios! ¿Era enserio?
– Mmm... ahora entiendo porque no quieres saber de mi – replicó fastidiado, y a demás, ebrio.
Suspiré, honestamente no quería quebrar la paciencia de Kim – No es momento, Andrew...
– ¡¿Por qué no me lo dijiste?!
Parpadee, ¿a este que le pasa? – ¡No tenía porque hacerlo, tú y yo no somos nada! – exclamé por encima de la música
– Que zorra te volviste – gruñó Andrew
Y...
Kim ya lo tenía del cuello fuertemente, me alarmé y comencé a mirar a nuestro alrededor, alguien podía ver y las cosas se complicarían.
– Kim, suéltalo...
– No – gruñó, sus ojos poniéndose rojos
– ¡¿Qué eres?! – gritó Andrew removiéndose
– Kim, por favor – supliqué
Kim sonrió tenuemente, fijo su mirada en Andrew – Saldrás de aquí, caminaras a la primera calle que encuentres... cuando veas un carro venir, saltarás hacia él...
– ¡Kim, no! – grité
Kim soltó a Andrew y este solo removió su cabeza y comenzó a caminar.
– ¡¿Qué hiciste?! – le grité, alarmado.
– Lo que se merecía, no sabes las cosas asquerosas que pensaba sobre ti– Kim volvió al ponche – ¿Quieres un poco?
Lo miré mal... Dios, Andrew – Revierte lo que hiciste.