En casa.

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¡No! por favor ¡Esto debe ser una maldita broma! - Luz exclamo desesperada mientras abría y cerraba la puerta de la vieja cabaña, golpeando la vieja madera con sus puños, pequeñas astillas se incrustaban con cada golpe, su respiración comenzaba a hiperventilarse con cada segundo que iba pasando, esto debía ser un mal sueño, eso deseaba ella que fuera. La puerta crujía con cada azote que daba la castaña al cerrarla cada vez con más fuerza que la anterior.

Finalmente, los golpes cesaron tras pasar más de diez minutos, la vieja puerta había cedido a los constantes embates de la chica, que ahora colgaba solamente de una de sus bisagras, amenazando con caerse en cualquier momento. Luz rechinaba los dientes con una mezcla de emociones adversas en ese momento, mientras pensaba en las islas hirvientes y en como ahora estaba ahora de vuelta en el mundo humano.

- ¿Como estará mama? - la pregunta cruzo por su cabeza, dándose cuenta de que estaba de vuelta, realmente estaba de vuelta en el mundo humano y con ello eso también significaba que.

*! Bzzzzz¡!Bzzz ¡* -Su tren de pensamiento fue interrumpido cuando su teléfono empezó a vibrar como loco, cientos de notificaciones inundaron su bandeja mientras ella volvía en si del todo - ¿Cuánto me he perdido desde que me fui? - Murmuro en su cabeza, abriendo su teléfono y empezando a ver todas las notificaciones que se habían acumulado tras estar más de dos meses fuera.

Había un poco de todo en su teléfono, pero lo que importaba era de su madre y todos los mensajes que se habían acumulado a lo largo de ausencia.

"¿Hija donde estas? el supervisor del campamento me hablo para informarme que no te encontró" - leyó el primer mensaje, sintiendo una punzada, empezó a ojear entre el resto hasta llegar a otro

- ¡Luz! no es gracioso, deja de esconderte y sal, me estas preocupando" - la siguiente venia cargado de una rabia que hizo a la chica darse cuenta de la preocupación de su madre en aquellos momentos, pero aun había más por leer.

"Hija, no sé por qué estás haciendo esto, pero es mejor que pares si sabes que lo es mejor para ti"

Ella leyó otro y así uno por uno, cada mensaje repetía distintas amenazas, pero conforme iban pasando la fuerza se iba desvaneciendo, más cortos, concisos y menos agresivos hasta llegar a otras emociones en el último mensaje.

-Luz . . . mi niña . . . por favor vuelve . . . - esta vez era un mensaje de voz, un tono quebradizo arrastraba las palabras de la mujer en la corta grabación.

Desesperación y miedo, los mensajes de su madre empezaron con preocupación pasando a ira y amenazas de castigo para finalmente a suplicar, tratar de negociar por que volviera. Luz sintió su corazón estrujarse más que antes, el peso de la culpa se asentó sobre sus hombros y por un pequeño momento las islas hirvientes dejaron de importarle, todo lo que había pasado en ese lugar no importaba en ese momento.

Luz empezó a caminar, notando las miradas arremolinarse a su alrededor mientras caminaba, los murmullos, aunque bajos alcanzaban a oírse para ella. Todo el mundo hablaba de ella, de cómo y de donde había salido, pero nadie se le acercaba para hablarle como si se tratara de una aparición que al menor tacto desaparecería.

- Solo un poco más y estaremos en casa - se dijo a sí misma, cerrando los ojos y evitando las miradas del vecindario hasta que finalmente llegar a su casa. La mano de la castaña tembló al acercarse a la puerta.

Su mano se detuvo siquiera antes de poder tocar la madre o el timbre en la puerta -Nunca pensaste en mama

¿Acaso eres tan egoísta para no preocuparte por tu madre? le rompes el corazón con cada día que estas en las islas, Luz - Las palabras de Lucio resonaron en su cabeza, dejando a la culpa carcomer por un momento a su consciencia, suspirando pesadamente y alzando su mano para tocar el timbre.

Boschluz - Lazos robadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora