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SANJI
El olor a acero característico de Zoro le invadió las fosas nasales y su respiración le cosquilleó justo en la nuca. No sabía qué hacer. Empujarlo era una opción, pero se quedó quieto. Tenía curiosidad de sus intenciones. Si acaso solo estaba incómodo en el suelo y quería dormir con él, le sabría mal echarlo. Sin embargo, sus pensamientos parecían estar alejados de la realidad.
Sanji se congeló cuando sintió unas manos sostenerlo suavemente por la cintura. Casi suelta un jadeo, pero se lo tragó con tal de no advertir a Zoro de que estaba despierto. El espadachín bajó la mano hasta su cadera y la masajeó un rato. Después, con lentitud, pegó su propia cadera.
Sanji casi grita. Lo que sentía contra su trasero no podía ser nada más que el miembro de Zoro. Era gigante, mierda. Con razón Luffy le dijo cuatro espadas. No, no era momento de asombrarse. Debía patearlo hasta sacarle los sesos. Iba a hacerlo, de verdad que sí. Pero escuchó un gemido.
-Cocinero. - La voz de Zoro sonó tan profunda y ronca, que tembló de la sorpresa.
El maldito empujó hacia adelante, rozándose contra él. Y no lo hizo una vez, comenzó a balancearse de atrás hacia adelante, moliéndose contra su trasero. Por muy loco que fuera, se sintió bien. Un agradable calor subió por todo su cuerpo, mareándolo.
La sensatez dentro de Sanji comenzó una pelea contra la lujuria, sin embargo, todo se fue a la basura cuando Zoro comenzó a sobar sus muslos, peligrosamente cerca de su miembro. No se alejó de su toque.
Se mordió el labio para no gemir en voz alta. Con cuidado, arrastró una de sus manos hacía su propio bulto. Se tocó por encima del pantalón. No sabía en qué momento se había puesto tan duro, pero su ropa interior ya estaba mojada.
Los suspiros que Zoro soltaba, justo por encima de su oído, solo lo calentaban aún más. Y demonios, casi explotó cuando sintió la lengua del peliverde. Comenzó a lamer su cuello, luego, lo mordisqueó suavemente para no "despertarlo". La sensación era electrificante, y se preguntó cómo se sentiría si lamiera también otras partes de su cuerpo.
ZORO
Nunca se sintió tan excitado en toda su vida. Había tenido mucho sexo antes, a veces muy bueno. No era por presumir, pero cada mujer que estuvo en su cama, lo alabó por su resistencia. Así que se sintió todo un idiota cuando se vio al borde del orgasmo por estar rozándose un poco contra ese principito engreído.
Parecía un adolescente que recién entraba a la pubertad y era su primera vez viendo porno. Maldita sea, estaba perdiendo el control. Lo supo desde que vio al rubio con aquella mujer en el bar. Cuando vio esa escena, experimentó una posesividad enfermiza hacia Sanji. Casi parecía un animal. Es más, si hubiera sido un perro, hubiera meado al rubio para marcarlo con su olor, allí delante de todos. Se asqueó de sí mismo.
Luego, pensó que estaba todo controlado. Había meditado profundamente e intentó dormir. Por el contrario, no pudo hacerlo, no cuando el rubio estaba apenas a dos metros de él. Pensó, tontamente, que si lo tocaba aunque sea un poco, podría seguir después con su vida.
Juraba que solo iba a abrazarlo, pero las cosas escalaron tan rápido y de forma tan intensa, que ahora se encontraba jadeando como un imbécil. No mentiría, hubo una parte de él que deseaba despertar a Sanji y joderlo como dios mandaba. Le importaba poco si era un hombre, quería correrse.
Dios, y su sabor. Se equivocó al lamer el cuello del cocinero, porque ahora sería adicto a ese maldito sabor. Era dulce, con algunos toques salados que le recordaban al agua de mar.
Estaba acariciando los muslos de Sanji, cuando escuchó claramente un gemido. Miró por encima del hombro del rubio y se dio cuenta que este estaba tapándose la boca con una mano, mientras con la otra se frotaba el sugerente bulto entre sus piernas.
-Sanji.- Dijo en voz alta y girando al rubio para enfrentarse mutuamente.
Sanji tenía la pupila de los ojos tan dilatados que parecía un pequeño ciervo mirando hacia su depredador. Respiraba de forma errática, abriendo y cerrando su boca.
-Estás temblando.- Susurró Zoro. El rubio se sonrojó violentamente cuando cayó en cuenta que estaba ocurriendo.- Fingiste estar dormido, ¿verdad?
-Tú, pervertido.- Se pasó las manos por la cara, tratando de ocultarse. Zoro agarró ambas muñecas y las puso a un lado.
-No hagas eso. -Zoro lo estudió de arriba a abajo con una mirada algo aterradora.- Te propongo que ignoremos esto y sigamos fingiendo, si eso te hace sentir más tranquilo.
-Mañana te voy a matar.
-Lo sé. Mañana me preocuparé por eso. Ahora, gírate.
SANJI
La voz de Zoro sonó dura. Fue una orden, Sanji lo sabía. En otra ocasión hubiera mandado al infierno al espadachín por mucho menos, ahora, le hizo caso. Más que eso, se excitó por lo demandante que había sonado.
Regresó a su posición original, al igual que Zoro, que volvió a empujarlo contra su pene. El rubio se estremeció por el contacto, y esta vez dejó que sus suaves gemidos salieran a flote. Aunque estaban completamente vestidos, pero la intensidad del acto lo hacía sumamente íntimo.
Zoro comenzó a moverse contra él de forma más intensa y brusca, haciendo crujir a aquella cama vieja del motel. Sanji igualó la velocidad con su mano, creando una deliciosa fricción entre la tela de su ropa y su miembro. Vergonzosamente rápido, se vino con fuerza dentro de sus pantalones. Más vergonzoso que eso, se le escapó un chillido agudo. Zoro maldijo en voz baja y dio un par de embestidas más antes de correrse finalmente.
Se quedaron así, respirando agitadamente, demasiado mortificados para enfrentarse a la situación en la que se metieron. A pesar de que debían aclarar las cosas, el cansancio noqueó a Sanji antes de que pudiera notar como Zoro lo envolvía entre sus brazos.
Espero que el capítulo sea del agrado de todos. Juro que escribiré mejor este tipo de escenas en el futuro jsjsjs.
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Odio y amor (Zosan +18)
FanfictionSANJI Desde que se unió a la tripulación de los Sombrero de Paja, se había dado cuenta de tres cosas. Uno, todos amaban su comida, excepto el marimo. Todos eran agradables con él, excepto el marimo. Tres, él era agradable con todos, excepto con el m...