ZORO
Era la noche que le tocaba vigilar. Así que ahí estaba, sentado en la cofa, con la vista a las estrellas. Estaban particularmente hermosas, y no sabía si se debía a que él estaba de muy buen humor o a que acababa de tener un gran orgasmo.
Miró a Sanji, que estaba limpiándose las manos con un pañuelo. Por supuesto, tenía un pañuelo a juego con el color de su camisa, como todo un nerd.
-Ugh, esto no sale.- Se quejó el rubio.- La próxima avísame cuando eyacules, imbécil, manchaste mi camisa.
-Perdón.- Comenzó a reír un poco, al menos hasta que el otro lo fulminó con la mirada.
Desde que pactaron su trato, las cosas se habían vuelto...calientes. Continuaron teniendo aquellos encuentros cada vez que podían. Con el comportamiento de príncipe que siempre tenía Sanji, no pensó que fuera tan intenso a la hora del sin respeto. Resultó que el pequeño bastardo era insaciable. Si el espadachín pensaba que su vida sexual era alta, se equivocó.
El rubio comenzó a buscarlo casi todas las noches, cuando todos se iban a dormir. La mayoría de veces, Zoro dormía en el nido del cuervo debido a los ronquidos de Franky, y eso facilitó que pudieran verse sin que nadie se percatara. Se tocaban el uno al otro y luego el cocinero se marchaba como si nada. Tantas veces lo hicieron, que ya sabía identificar los jadeos de Sanji. Había unos que eran ligeramente más agudos y entrecortados, estos indicaban que estaba llegando a la cima.
También, consiguió toquetear las nalgas del cocinero todo lo que él quisiera sin ser golpeado. Eso sí, no volvió a explorar más allá. No quería asustar al rubio. Tampoco intentó besarle. Quería que el trato durase porque le resultó muy cómodo tener a Sanji como amante. Ya no tenía que preocuparse por buscar un alivio en las islas, que era cada vez más difícil porque muchas personas comenzaron a reconocerlo como un Mugiwara. Igual, sabía que el cocinero no se lo contaría a nadie porque Sanji tenía tanto que perder como él.
Lo más conveniente de todo era que no tendrían ningún tipo de atadura cuando terminaran. Los dos fueron muy claros en lo que buscaban, sexo y nada más. Eso sí, había algo que lo inquietaba. En realidad, estaba acostumbrado a las aventuras de una sola noche, así que jamás tuvo la oportunidad de aburrirse de un amante. Ahora que la tenía, se preguntaba cuándo ocurriría. Porque, por sorprendente que suene, Sanji y él eran tremendamente compatibles. Notó eso desde el primer toque.
-Me largo.- Se dio cuenta que Sanji ya estaba de pie, listo para saltar de la torre de vigilancia.- Buenas noches, marimo.
-Sí, sí. Nos vemos mañana.- Agitó su mano en señal de que se fuera.
Sanji se fue sin más. Era molesto. No la parte del sexo, por supuesto. Era la parte que venía después. Se volvieron incómodos entre ellos. Ya no peleaban como antes. Físicamente al menos no. Solo cruzaban un par de insultos, como para que los demás no se dieran cuenta.
Tampoco hablaban después de que ocurría la magia. Sanji huyó inmediatamente, como si tuviera miedo a que se conocieran de verdad.
SANJI
Volvió al camarote de los hombres con el mayor de los sigilos para no despertar a ninguno. Aunque, todos sus compañeros dormían como troncos. El único que le preocupaba era Law.
Hace unos días que partieron de Punk Hazard, y ahora tenían a bordo este nuevo polizonte. La tripulación estuvo muy sorprendida por la alianza entre los dos capitanes, pero ninguno dudo mucho sobre la decisión que había tomado Luffy. Confiaban en él. Y sobre todo, cuando se le metía una idea en la cabeza no había nadie que lo pudiera detener.
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Odio y amor (Zosan +18)
FanfictionSANJI Desde que se unió a la tripulación de los Sombrero de Paja, se había dado cuenta de tres cosas. Uno, todos amaban su comida, excepto el marimo. Todos eran agradables con él, excepto el marimo. Tres, él era agradable con todos, excepto con el m...