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Cuatro meses después.

—Entonces te vas a mostrar.

—si ya te lo dije, no entiendo tu molestia, que tiene de malo que lo hago, es tiempo de que me deje notar, estoy demasiado lista para verlo a la cara.

—Lionetta.

—Por el amor de dios Alonzo, parece que no quieres que me vean, no tiene nada de malo que me muestre tal cual.

—Estas embarazada.

—Si claro que lo estoy, bien vas ayudarme a regresar o vas a quedarte ahí solo cuestionándome cada cosa que hago, no eres mi novio, solo eres mi colega y quien agradezco que me ayudes.

—Quisiera más—declaro el hombre.

—Tú quieres mas pero yo no quiero Alonzo, y fui clara, además lo único que me preocupa es mi bebe, no me he sentido nada bien y creo que debería ir al médico.

—Y si te ve Aurelio reclamándote, pidiéndote que no le interesa ese hijo.

Lionetta hizo solo una leve mueca, estos cuatro meses Alonzo se estaba tomando atribuciones con ella, y claro tenía la culpa por permitirlo, pero era tiempo de ver Aurelio.

No es una mujer que huye, tal vez fue precipitado irse, pero necesitaba pensar las cosas un poco, su bebe crece y ahora se nota su vientre abultado, es poco pero ahí está su hijo.

No puede creer que la maternidad te haga cambiar de mil maneras, hace meses no quería hijos y de lejitos mejor, pero sentir que una pequeña vida crece en ti es diferente.

Solo queda ella del legado de su familia y este bebe es la continuación, en su adolescencia sabía que pasaría, que al casarse con Elsemo tendría hijos y le quería darle muchos para cubrir su soledad, y con el tiempo podrían quererse. Pero su muerte fue sorpresivo, murió amando lo que hacía.

En cambio con Aurelio fue un tonto enamoramiento, deslumbrada por su porte, y escuchar su voz la ponía nerviosa, pero era más sus ojos con el deseo que la viera, como era con Greta y como ella se desviva por él.

Hasta gracioso fue su intento crecer para ser vista por él, creyendo que no tendía ventaja con Greta.

Era mejor irse y explotar rebeldía como lo quería llamar su tío, al final hizo lo que quiso y lo disfruto.

Pero su regreso lo cambio todo y eso fue ver Aurelio salir de su auto, siempre tan implacable, esa altura que la puede hacer sentir pequeña, no se sido cuenta que lo miraba.

El reencuentro de todo, que esos ojos que espero que la vieran, habían resultado, un capricho tal vez, y las ganas que le tenía al hombre, todo se salió de control, entre besos y carias.

¿Remordimiento? No tal vez no, porque lo quiso y lo disfruto, pero estos cuatro meses lo ha pensado tan bien, no quería engañar a su hijo de quien era su padre, eso se lo dejaría al mismo Aurelio siquiera ser parte de su vida con su otro hijo.

Al final de cuentas Greta gano.

—Es tiempo de irnos. —dijo sin más tomando algunas cosas.

Acto que el mismo Alonzo arruinaría sus planes, se empeñó estos meses de convérsela, mientras se burlaba de Aurelio quien no quitaba el dedo del renglón sobre Lionetta.

Y regresar solo perdería terreno, algo que no gano, sobre Greta no tenía intenciones de verla, no cuando no se cansa de hostigarla, no iba hacerse responsable de ese hijo que espera, ella debió cuidarse, solo le dio lo que pedía.

Miro a Lionetta que le gritaba que se apurara, tampoco le interesa ese hijo de ella, pero solo era para quedarse con ella si debía aceptarlo.

Subió al auto nada feliz.

Si hablamos de felicidad, la que sentía que el mundo se le cae encima era la misma Greta al ver el papel sobre sus manos temblando, aquella palabra divorcio finalizado, es así como perdió todo, recibiría un porcentaje por los siete años de casados, esa indemnización y solo el uno por ciento de acciones en la empresa Bianchi, como también una casa en la ciudad de Gazia, y un auto para que se Pueda mover, realmente Aurelio parecía premiarla.

Pero solo era para deshacerse de ella, había sido la burla en la sociedad como sus amigas no le hablan, evitando no manchar su apellido al tenerla a ella como amistad.

Se encajó las uñas en su vientre, ese bebe le estorba, de que servía llevarlo a término si no recibiría tampoco nada de Alonzo, sabía que se estaba negando a verla.

Aurelio escucha a la junta directiva, pero tampoco despeja la mirada de su teléfono, lo de Lionetta tuvo que contratar un investigador, y todo apuntaba a mismo Alonzo.

Le pareció extraño pero tampoco descabellado, no puso empeño en su desaparición, mucho menos interés en su ex mujer, no se ha tocado el tema del embarazo, porque no tiene cara para reclamar cuando el también hizo lo mismo.

Pero sus dudas si Lionetta está embarazada o no, le preocupa y como no, si lo que hizo no estuvo bien, pero no se arrepiente, debía amárrala, marcarla porque ahora que estaba oficialmente divorciado haría a Lionetta pastral su esposa.

—Bien—se pudo de pie—La próxima junta pon más iniciativa, parece que tu presentación es de escuela—amedrento contra un socio.

Salió con prisa, se había cansado de esperar, necesitaba saber si había alguna novedad de Lionetta, su asistente se acercó con sus ojos recorriéndolo, el no tenía interés en ella, además termino regalándole una pulsera por el tiempo que brindo sus servicios, hasta eso Aurelio era esplendido.

Presiono el bon del elevador, miro la hora apenas era medio día, el sonido de las puertas del elevador se abrieron quedándose sin aliento al chocar con sus ojos café, esos que tenía arriba y debajo de su cuerpo.

No podía creer que ahí estaba ella, con una sonrisa pero a la vez lucia exquisita con aquel abrigo negro.

—Lio...

—Pareces sorprendido, me dejas pasar o me dejaras aquí adentro—comento con sarcasmo y el solo se hizo aun lado.

—Cómo es que...

—Bueno creo que paralice a todos, pero ya estoy aquí, siento llegar tarde a la junta corporativa, pero el tráfico se me complico un poco.

—Lionetta...—ella levanto su mano con indiferencia.

—Nada Aurelio necesitamos hablar, y espero que te pongas bien los pantalones y me digas de una vez que haremos con un temita que traigo cargando desde hace cuatro meses.

Te Quiero a mi LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora