EPILOGO

4.9K 346 120
                                    



No por mi corta edad no sabía lo que quería en la vida y como tenerla, la vida nunca debía ser fácil, además se aprende de los buenos maestros, no niego que aun tengo un poco de sentimientos de enojo con Aurelio, la forma en que hizo todo, fue una trampa sucia.

Si el me lo hubiera pedido, claro seduciéndome seria la forma correcta lo pensaría, además quien no desearía tener un hijo con Aurelio Bianchi el hombre tiene buenos genes, como los tuvo Elsemo quien era un poco más alto que Aurelio, sus ojos verdes y ese cabello oscuro también imponía, el si era un alma rebelde a pesar de llevar sobre sus hombros el apellido Bianchi.

No niego que Aurelio lo ha hecho bien, solo que él es más centrado en los negocios y no tiene ningún pasatiempo extremó como lo tuvo su hermano, un punto extra que me va durar un poco más de años, para Elsemo fue su refugio después de perder lo que más amaba, encontró esa pasión en ellos.

Me hace recordar algo, que no puedo evitar una sonrisilla en mis labios, los ojos de Aurelio desean saber todo, ese hombre es demasiado toxico en algunas ocasiones, ya le dije que siempre le voy hacer fiel yo, no tengo que buscar lo que tengo en casa, pero a él, yo si lo castro cuando este dormido si me hace una, el pensamiento es libre pero la acción son ligas mayores para mí.

—Me vas a decir que te ríes.

—No, son cosas mías, porque debería decirte hasta mis pensamientos, ¿Acoso tú me las dices cuando te vas y me dejas aquí casi encerrada?

—No estas encerrada Lio—rodee los ojos, no lo estoy, pero me gusta exagerar.

—Mi hija nacerá en cualquier momento, es normal que no te quiero a fuera y exponerte.

—Nacerá cañudo tenga que hacer, eso pasara Aurelio además deja de preocupare la que va partir soy yo no tú, no te van a poner de pierna abierta y pujando para que tú hija salga y yo esté entre el dolor y el odiarte por hacerme pasar esto.

—Te puedo recordar las veces que estabas pidiéndomela toda adentro, que no me detuviera o me matabas, al pan pan y al vino vino.

—Eres un cínico, ni pienses que tendré otro, Catalina Bianchi te pondrá en tu sitio Aurelio pagaras todas y con creces lo descarado y desgraciado que has sido, recuera que es mujer y hay hombre como tú.

Me encanta martirizarlo un poco, sé que me paso un poquito pero el señor es todo un macho que todas las puede, lo amo. Si lo amo, pero no puedo decírselo a cada momento, luego me tendrá segura y eso pierde la magia, debe ganárselo que me lo saque de la boca.

—A mi hija la enseñare que sea una desgraciada, esos bastardos no se atreverán a lastimarla.

—Eso es una amenaza abuelo. —se le arruga el frenillo.

—Aún hay Aurelio déjate de estupidez abuelo, treinta y siete años no es nada Lionetta.

—En eso tienes razón—me pongo de pie solo para estar en su regazo y abrazarlo, este hombre es mío, solo mío, paso mis manos por su cabello oscuro y beso su mejilla—Te agarre en tu punto exacto. Pero no crees que es algo pervertido.

—¿El qué?

—Tu tenías dieciseises y yo naciendo, mejor dicho, tu veinte y yo apenas cuatro, y me cargaste en tus brazos, también recuerdo que tenía ocho y me dijiste que tenía la nariz sucia, dios me hiciste llorar y ya eras un adulto.

—Qué recuerdos no—pellizco su nariz—Mira como terminamos me quede con la mocosa de cara sucia de tierra.

—Eres desesperante Bianchi.

Te Quiero a mi LadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora