—Te has quedado sin palabras, bueno tanto así me que siento alagada de provocarte que ni respires—dijo ella sentándose en la silla de Aurelio.
—Lionetta.
—Por el amor de dios Aurelio deja de hacer esa cara, tanto te afecta verme, digo para que ahora hagas esos gestos de hombre sorprendido, o es que ibas a otra parte y te arruine cualquier tipo de plan.
—¿Dónde estuviste? Te estuve buscando nunca saliste de Portolo, hasta contraté un investigador.
—No buscaste bien—dijo con burla. —Y despídelo solo te vio la cara.
—Lionetta hablo enserio.
—Nunca salí, siendo un pueblo no tan grande me extraña que no me encontraras pensé que eras más listo, cuantas propiedades tenía mi familia, la villa, la casa de la costa, la casa de campo, la residencia en la ciudad, algunos departamentos que se atribuyen de renta, que mas, casi la mayoría como tú familia tiene propiedades, a es verdad la cabaña que está en las montañas cerca de Gazia.
—Estuviste ahí.
—Que, pensabas que no sobrevivirá a las montañas, si estuve ahí, el abuelo construyo esa cabaña para pensar, cuando se sentía asqueado de la familia, parece que nadie se acuerda de ella, estuve ahí prácticamente seis meses, hasta hace cuatro meses que tuve que pensar cómo es que regresaría y te volvería a ver a la cara, porque había algo que me carcomía y no me dejaba pensar.
—Antonella han pasado muchas cosas, y necesito que...—Aurelio se detuvo cuando ella se quitó el abrigo mostrando aquel vestido azul algo suelto y sencillo tenía algunas hojas estampadas en la hermosa tela, la recorrido y como ella reacomodo mostrando una barriga.
Los ojos café de Lionetta notaron la reacción de Aurelio y como este no deja de verle el vientre, hasta que el subió la mirada topándose con la suya.
—Vaya sorpresa no lo crees, así me paso a mi cuando vi la tira de embarazo, hace cuatro meses, empecé a sentirme mal, no soy una mujer que le de asco la comida, y lo curioso de todo, es que odio las cerezas empecé a tener cierta sensación de antojo, con la fruta acaramelarlas. Me pregunté porque empecé a tener ese gran deleite que no paro de comerlas, realmente no me gustan ensucian los dedos, y la boca, pero ahora soy amante, también la sutileza de sentirme cansada, cuando soy una mujer que me gusta ser activa, entonces las señales eran claras, mi falta de periodo, y pensé porque no aprovechar y comprar una prueba cuando fue a la ciudad de portolo. Vaya sorpresa que me di cuando vi las dos tiras saludándome en la cara, intenté indagar cuando pude pasarme algo tan descuidado, y dije debió se el dia que Alonzo nos descubrió, pero también hice cuentas y era poco probable, así que recordé que fue en las caballerizas cuando te pedid hijo de puta que no te corrieras—declaró ella lanzándole las carpetas.
—Lionetta, espera.
—¡Contéstame! Te corriste.
—Si lo hice—confeso el hombre.
—También tenías planeado embarazarme, dímelo quiero saber si tu plan era embarazarme Aurelio Bianchi. —demando ella con la mirada furiosa.
—En un principio no.
—En un principio no, que clase de respuesta es esa.
—Porque es verdad, cuando paso lo de las caballerizas aun no tenía planeado nada de eso, aunque la idea si paso, y no tiene nada que ver con la propuesta de Greta.
—No te creo.
—Créeme, que quieres que te diga, me excite tanto, y quería correrme en ti, no le vi nada de malo.
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Te Quiero a mi Lado
Short StoryElla lo tenía todo, fue su amor de adolescente pero solo fue eso, creció y se enamoró como cualquier mujer, su relación termino y decidió regresar a Italia, solo que no contaba con la proposición de Aurelio sobre su mujer, quien no podía concebir, l...