[COMPLETADA] Evangeline es la esposa de un político poderoso, todo el mundo cree que su vida es perfecta.
Pero cada paso que da es planeado, todo está fríamente calculado para que ella no cometa ningún error.
Cuando su vida comienza a ser amenazad...
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Hace horas llegué a la casa, solo he dado de vueltas por este enorme lugar que siempre se siente frío y vacío.
Hablé con la gente del «The Wall Street Journal» para explicarles que necesitábamos reagendar, pero no creo que eso suceda, estaban sumamente molestos.
No es así como quería mi vida, de futura promesa de la moda pase a ser la esposa trofeo.
Soy patética, no sé qué estaba pensando cuando dejé mi vida en California para venir a un lugar donde no conozco a nadie.
Lo peor de todo es que no puedo hacer nada para remediarlo, cada vez que le menciono la idea del divorcio a Anthony, se enoja.
La última vez fue hace un año, me golpeó tan fuerte que no salí de casa en dos semanas.
«Es mala publicidad»
«Nadie confiaría en mí si volviera a divorciarme»
«Te elegí a ti porque eres perfecta»
Así que estoy atrapada en un matrimonio sin amor, lo que no tengo claro es por cuánto tiempo.
¿El resto de mi vida será así?
¡No quiero esto!
¡Ya no quiero vivir más así, no soy una esposa trofeo!
En cuanto Anthony cruce por esa puerta le pediré el divorcio, quiera o no, deberá dármelo.
Estoy ordenando mis pensamientos, buscando las palabras precisas para plantearle el divorcio y no se enfurezca, cuando escucho que la puerta se abre.
Finalmente llegó
—¿Dónde has estado? — le cuestionó alterada — ¡Han pasado horas!
—¡Ya vas a fastidiar otra vez! — habla mientras se quita el saco — Tenía algo urgente que resolver
—¡Solo dices eso! — me cruzo de brazos
—Deja de hablar y escucha — camina hacia la puerta y la abre — él es David Cornell, es un exmilitar, la mejor persona que los de seguridad pudieron encontrar
Me quedo sin habla cuando veo entrar a un hombre alto, rubio, fuerte, con una mirada imponente y con cero expresión en su cara.
Se queda en silencio y yo sigo sin entender que carajos está pasando, sus ojos azules son serios y penetrantes.
—Ok, mucho gusto — asentí — solo tengo una duda, ¿Por qué está en mi casa?
—Cornell, va a ser tu guardaespaldas — dice en tono de orden
