Diecisiete: Indecisión

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Nos sentamos en un lugar cercano para ver el atardecer, me recargo en su hombro y la vida se me olvida.

Le cuento historias de mi familia y él me cuenta sobre su madre, como solo fueron ellos dos, que jamás le interesó frecuentar a su padre.

Debemos regresar antes que sea de noche — se levanta

Caminamos abrazados, regresamos por el puente de hace un rato, pero hay un hombre al final de este y cuando nos ve, se apresura a nuestro lado.

Cuando está más cerca noto que tiene aproximadamente la edad de mi padre, aun así me da miedo.

Intenta acercarse a nosotros, pero David lo ignora deliberadamente.

—¿Lo conoces? — le pregunto cuando el señor no puede oírnos

¿A quién? — no me mira

A ese señor — señaló hacia atrás

Volteo y me saluda de nueva cuenta.

Pero David no responde, solo sigue caminando conmigo de su mano, unos minutos después llegamos a la cabaña, pero todo está extraño.

¿Estás bien? — le pregunto cuando me siento a un lado de él

Claro que sí — suspira y noto que su mirada cambió

Ahora es más que obvio que David conoce al señor del lago, pero no me animo a preguntar quién es. Me ha ignorado en cada pregunta que le hago, así que me quedo callada.

Estaré en la habitación — dice cuando se levanta del sillón

Yo lo dejo irse y tomo un libro de los que hay en el estante, está marcado, supongo que fue su madre quien lo leyó y marcó.

La noche llegó y él jamás salió de la habitación, voy al baño para bañarme, hacer mi rutina para dormir.

Cuando entré en la habitación él estaba en su cama improvisada, no en la cama que anoche compartimos.

Decido no decir nada y me acomodo para dormir, la sorpresa fue cuando al siguiente día, él fingió que nada pasó.

Volvió a ser mi guardaespaldas monosilábico que detesto.

Ha pasado una semana desde que mi David se fue para darle paso al aburrido Cornell. Son pocas las veces que me dirige la palabra y sinceramente el estar sola con él no ayuda.

Me meto en la ducha para ver si con eso mi cuerpo se calma, pero cuando veo la espuma que dejó esparcida por las paredes del baño, no puedo hacer más que imaginármelo.

ProtegidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora