Protegida

Treinta y dos: Omisión

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Entro al hospital casi corriendo, Helena me indica la habitación donde David se encuentra y el camino se me hace eterno.

—David — me apresuro a su lado cuando abro la puerta de la habitación

—¿Te conozco? — me pregunta desorientado

—Tú... ¿No te acuerdas de mí? — le pregunto

—No, no sé quién eres — niega muchas veces y se presiona las sienes — por favor vete, estoy esperando a mi esposa

—¿Esposa? — el corazón me da un vuelco

—Dani no debe tardar — no me mira — si te ve aquí se va a enojar y no sabré qué decirle por qué no te conozco

Miro a Helena tratando de encontrar una explicación, pero se encoge de hombros, me toma del brazo y casi me jala fuera de la habitación.

—¡Qué carajos! — le digo cuando estamos afuera — ¿Está casado?

—No hay nada en sus antecedentes, parece que David Cornell es una identidad falsa — me explica — ¿Tú no conoces a alguien que pueda darnos más información?

—Garret, su amigo — recuerdo de inmediato — tiene un bar, pero no sé el número

—Podemos buscar el número en internet — saca su celular — esto es como una aguja en un pajar

—Busca un poco más, está en el centro del pueblo — le indico más o menos donde

—¿Es este? — alza una ceja

—Sí, ese es el lugar — asiento

Marca el número que viene en la página y a los dos tonos me da el teléfono.

—¿Hola? — escucho a Garret

—Garret, soy yo... Eva — le respondí

—¿Eva? — parece confundido

—Lucy... la amiga de David — corrijo mi error

—Oh, la bella Lucy — casi puedo sentir como sonríe — ¿A qué debo tu llamada?

—David está en el hospital, al parecer tiene amnesia, no se acuerda de mí y espera que su esposa venga — hablo con un nudo en la garganta — ¿Tienes manera de contactarla?

—Dime donde está y voy de inmediato — no responde mi pregunta

Le doy todas las indicaciones y quedó de estar aquí pronto.