ㅤ intelligenceㅤ★ㅤalice in borderland !

𝟬𝟬 | ZERO, possibilities

FIRST ACT, ZERO : posibilidades

    —¡Kiki! —fue lo primero que pude escuchar en la otra línea del teléfono en el instante que atendí la llamada de mi mejor amiga. Pude sonreír un poco al escuchar el tono alegre que empleó al decir el apodo que ella misma me puso—. ¿Quién está de cumpleaños hoy?

    —No lo sé, ¿tu mamá? —quise bromear, reprimiendo una carcajada al notar el silencio al otro lado de la línea—. ¿Sabes, Susu? No te puedo escuchar bien.

    —¿Qué dijiste, Kiki? —me pregunta, pero no le entendí bien.

    —¡Estoy en el cruce de Shibuya! Hay mucha gente y el sol está fatal. ¡Te llamo des... —Mi frase se vio interrumpida en el momento que me tropecé con un chico, causando que algunas de las cosas que se encontraban en mi bolso recién abierto por haber sacado el celular al sentirlo vibrar. El chico, menor que yo, detuvo la grabación que estaba haciendo al sentir el choque entre nuestros cuerpos, y de inmediato se agachó para ayudarme a recoger las cosas que habían caído sin querer—. Vaya, que vergüenza —me atreví a decir con sarcasmo, sólo para aliviar la tensión.

    —¡Lo siento mucho! —se disculpa el muchacho. Yo negué con la cabeza, restándole importancia.

    —¿Te molestaría darme eso? —le cuestioné al menor, señalando el pote de pastillas que no me había devuelto todavía. Él, avergonzado y nervioso, niega frenéticamente mientras me pasaba las píldoras. Yo le sonreí como agradecimiento, y él se despidió con una corta reverencia al darse cuenta que yo era algo mayor que él.

    Después de eso, sólo pude limitarme a caminar entre las personas mientras que al mismo tiempo cerraba mi bolso para que el error de antes no volviese a ocurrir. Caminé en dirección a la estación para tomar un tren que me llevaría a un punto de encuentro con Susu por mi cumpleaños. Mi cabello, recién pintado de un tono rosa por un reto que mi mejor amiga me había puesto, se movía con el viento mientras seguía caminando. Sonreí ante el recuerdo del reto, puesto que ella me había retado a pintarme el cabello de su color favorito, y ella en su lugar pintaría su cabello de mi color favorito. Y al final no había salido mal, puesto que el color me iba bastante bien. No creía extrañar mucho mi antiguo cabello castaño.

    Vi a lo lejos una tienda que llamó mucho mi atención, pero esa vez tuve que resistirme en pasar por ahí y no gastar mi dinero impulsivamente como había pasado en algunas ocasiones antes. Al haber detenido mi caminata en medio de la calle un auto se detuvo justo en frente de mi cuerpo tocando la bocina para que me apartara, y yo salí de mi trance haciendo una reverencia con vergüenza mientras cruzaba la calle de manera rápida hasta llegar justo frente a la estación. Un ruido se escuchó en el cielo, y yo no pude evitar alzar la mirada con curiosidad. Se trataba de fuegos artificiales, y yo fruncí el ceño al extrañarme en ver el espectáculo en el cielo diurno. Terminé por restarle importancia, y cuando quise girarme para comenzar a caminar a la estación, pude darme cuenta que todos a mi alrededor también habían cesado su caminata para ver algo que se avecinaba por los cielos.

    Mi círculo social siempre me describe como una chica entusiasmada e inteligente, pero que mi curiosidad le gana a todas mis cualidades. Fue por eso que mi curiosidad hizo que no empezara a caminar hacia la estación, quedándome a un lado de una adolescente con uniforme escolar, mientras alzaba mi mirada hacia el azul del cielo. En ese momento, de nuevo sentí que mi celular vibraba. Supuse que sería mi mejor amiga, así que bajé mi mirada hacia mi bolso para sacar mi teléfono. Pero en ese momento sólo pude quedarme estática en mi lugar sin moverme, con un temor inundándome de repente, sintiendo un escalofrío subir por mi columna vertebral.

    En el instante que mi mirada bajó para tomar mi celular, dejé de escuchar ruido. Las personas a mi alrededor ya no hablaban, y parecían no moverse porque tampoco podía sentir su presencia. Lo único que podía escuchar era la suave ventisca que rondaba por la zona, moviendo con ella algunas hojas y residuos que las personas dejaban al aire libre. Temblé un poco al momento de subir mi mirada de manera lenta y con temor, para encontrarme con algo que nunca esperé ver.

    Estaba sola.

    Y, aunque yo disfrutaba mi soledad y valoraba mi propia compañía, en esta situación era totalmente diferente. Hace poco, habían personas a mi alrededor, hablando y riendo; viviendo sus vidas. Pero de repente ya no están. Todos habían desaparecido sin dejar rastros. Yo estaba completamente rodeada, pero ahora estaba totalmente sola, de un segundo para otro. No comprendí lo que sucedía, pero todo me dio mala espina. Revisé la estación, algunas tiendas cerca del cruce de Shibuya, e incluso entré a la tienda que casi provocaba que me atropellaran, pero no había nadie y todo se veía abandonado.

    El área se veía como una antigua civilización abandonada, por la que nadie había pasado en un gran tiempo. Fue como si toda la humanidad que conocía se hubiese fugado, como si el mundo se hubiese acabado y no me hubiesen avisado. Se sintió como si hubiese sido el apocalipsis y yo quedé como la única sobreviviente en esta tierra.

    Shibuya, que siempre estaba poblada, nada más contaba con mi mera presencia en ese momento. Pasé la mayor parte de mi vida con dudas que nadie podía ser capaz de responder. Ahora, la duda de lo que sucedió con la humanidad se sumó a esa lista de cosas de las que no sé la respuesta.

    Y además, lo último que pude revisar de mi celular antes de que dejara de funcionar fue la hora. Eran exactamente las 02:09pm. La fecha de mi cumpleaños.

    ¿Sabías que existen más posibilidades de morir el día de tu cumpleaños?