𝟬𝟰 | FOUR, admit what i really feel for him

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    —Disculpa, ¿esas son las últimas que quedan?

    Me llevo una galleta a la boca, mientras miro al chico peculiar con fingida inocencia. Llevaba entre mis manos un paquete de galletas blanco, y fingía que los paquetes que quedaban no los había escondido para ver su reacción.

    —¿Hm? Sí, son las últimas —respondí—. Puedes agarrar otras, las de canela también son buenas.

    —... No me gustan las de canela.

    —¿No? Pero hace algunas horas vi que agarraste un paquete.

    El chico se quedó callado, y yo le sonreí inocentemente.

    —¿Nada más se te antojan las de vainilla?

    —Sí.

    —Ah, ya veo... —Fingí que me puse a pensar en algo, bajo la expectante mirada del chico—. Puedo darte este paquete, si quieres.

    El chico giró su mirada, y miró a Chishiya, que estaba sentado en una mesa cerca de nosotros. Después, volvió a mirarme a mí, pero no agarró el paquete de galletas blancas. Tomó otro paquete cualquiera.

    —¿Sabías que tu compañero es un asesino? —pregunté, tomando también el último paquete de galletas azul oscuro que quedaba en la estantería y destapándolo. También había escondido los paquetes sobrantes de ese color, en realidad.

    —¿Qué?

    —Salió en los diarios. —Le di una mordida a la galleta. Ciertamente, no soy fan de las galletas, y prefiero comer cosas saladas. Pero debo meterme en mi papel—. ¿Tú lo viste, Chishiya?

    —Sí, yo también lo vi —respondió mi compañero, que había estado escuchando la conversación—. Banda Sunato. Mató a cuatro mujeres. Es un asesino famoso. Creo que lo condenaron a muerte.

    —Mienten.

    —Es la verdad —digo yo—. También me sorprendí cuando lo vi aquí. Tal vez él sea la Jota de Corazones. ¿Tú qué opinas?

    —Yo también creo lo mismo. —Chishiya, con el empaque de galletas con el que se había obsesionado las últimas horas, se levanta de la mesa y se acerca a nosotros—. Solo quedamos seis. Ahora la Jota pasará a la ofensiva.

    —Aunque, pensándolo bien, estás en una posición favorable —intervengo, acercándome un poco más a él—. La Jota confía en ti. Puedes mentirle, ¿no lo crees?

    —En otras palabras, el único que puede terminar este juego eres tú —dijo el platinado, poniéndose a mi lado.

    —Pero como no confías en nosotros, no nos vas a creer —sigo, con desinterés—. Piensas que alguno de los dos es la Jota.

    —En cualquier caso, —Chishiya caminó hasta ponerse a sus espaldas—, para comprobar si Banda te dice la verdad, deberíamos decirnos qué palos tenemos.

    —¿De verdad creen que confiaría en ustedes?

    —Es la meta del juego. —Me encojo de hombros, poniendo otra galletita en mi boca. También me pongo detrás de él, y pongo mis manos en sus hombros para comprobar el palo que tiene. Cuando lo visualizo, palmeo sus hombros—. Tú tienes una pica. ¿Quieres decirme mi palo?

    —Ella siempre te dirá la verdad —le dice Chishiya, para hacer que él confiara en nosotros—. También es verdad que Banda es un asesino.

    —No puedo confiar en ustedes.

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