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FIRST ACT, SIX : muerte súbita
—¿Qué hacemos, Kyōmi? —Por más que quiera irme por mi cuenta es ella la especialista en corazones y es la encargada de probarme—. ¿Alguna idea?
Analizo la situación: somos catorce personas en total, de las cuales puedo ver que al menos unas tres no saben lo que está pasando. No serían capaces de matar a alguien en dado caso de ser el traidor. Otras cinco entendieron las reglas lo que me hace saber que tienen experiencia en los juegos, probablemente más que yo. Las últimas cuatro se ven más reservadas y serias, dispuestos a matar a quien se interponga en su camino. Trago saliva, no será fácil.
—Almacén —suelto con la garganta seca—. Escondámonos ahí.
Camino y siento a la mujer caminar detrás de mí. Sin embargo, antes de abrir la puerta de la pequeña habitación, me giro lentamente y la miro con recelo.
—¿Cómo sé que tú no serás la traidora? —formulo con algo de miedo, demostrándoselo en el temblor con el que salió mi voz.
Mira solo sonrió abiertamente, como si hubiese estado esperando mi pregunta.
—No te preocupes. No lo seré.
Con eso, entramos al almacén. Cuando cerramos la puerta, alguien más entró.
—¡L-Lo siento! —exclama la chica, que me recuerda mucho a Susu—. No sé qué está pasando... Ustedes parece que sí, ¿puedo quedarme con ustedes?
Tengo los nervios de punta y miro a la especialista, que se encoge de hombros, dejándome todo a mí. Aprieto mis labios al volver a ver a la muchacha, temblorosa y cohibida, probablemente menor de edad, ruborizada por la vergüenza de tener que pedirnos nuestra compañía.
—¿Cómo te llamas? —le pregunto al dejarla entrar. No fui capaz de decirle que no.
—Kokoro... Muchas gracias por ayudarme —me sonríe de manera tímida, agachando su cabeza. Está encogida en su lugar, parece ser su primer juego.
—No es nada. Yo soy Kyōmi —le sonrío también para tranquilizarla.
Entre las dos obstruimos la entrada al almacén, mientras Mira analizaba el pequeño cuarto con una mirada aburrida. Nadie podría entrar al lugar.
Queda un minuto.
—Bueno, a relajarse —suelta Mira, que de repente ríe como una niña pequeña. Kokoro la mira confundida y yo hago una pequeña mueca—. ¿Qué? Pronto dormiremos, busquemos una posición cómoda.
