𝟬𝟳 | SEVEN, everything would be easier

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FIRST ACT, SEVEN : todo sería más fácil

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FIRST ACT, SEVEN : todo sería más fácil

    No puedo dejar de ver el rostro inexpresivo de Kokoro, ni la expresión de dolor que tenía aquel estudiante antes de morir.

    —¿Cómo te fue? —Por un momento veo al joven estudiante que se arrebató su propia vida en contra de su voluntad, y parpadeo de manera asustada para dejar de verlo. Chishiya está frente a mí.

    —Eh... —balbuceo sin quererlo, muy atónita como para pensar en una respuesta. Mi primer juego había sido movido y lleno de nervios, pero el que acabo de jugar fue más que todo traumante y perturbador. No creo poder olvidarlo aunque quisiera, ni a las personas que murieron ahí.

    —Creo que ya sé cómo te fue. —Se percata de mis pensamientos y mi lenguaje corporal, sin presionarme a que le diga algo al respecto—. ¿Corazones, verdad?

    —... Nueve de Corazones —digo, sin querer recordarlo. La carta mencionada descansa en uno de mis bolsillos, pero no me siento digna de haberla ganado, a pesar de ser yo la que hubiese descubierto el mecanismo del juego. Hubiese preferido jugar un Ocho de Picas o un Siete de Diamantes a tener que jugar un menudo Nueve de Corazones.

    —Nueve de Corazones —repite el platinado, alzando sus dos cejas y cruzándose de brazos—. Y estás ilesa.

    Siento un escalofrío al pensar en las personas que no pudieron terminar ilesas como yo y mis ojos se cierran fuertemente queriendo eliminar esas imágenes de mi memoria, pero sé que no lo podré hacer y que tendré que vivir con sus recuerdos toda mi vida, o hasta que pueda salir de aquí, o hasta que muera. Chishiya, que se veía burlesco al hablarme, se puso un poco más serio al ver como me comportaba.

    —¿De qué trataba? —indagó, aunque no se veía realmente interesado. No quería decirle, puesto que tal vez diría que no era la gran cosa y que él hubiese podido resolver el juego en el primer instante. Así que me quedé callada y no le dije nada. Él no insistió.

     —Tres personas murieron —es lo único que digo en un hilo de voz, sin atreverme a explicar a detalle todo el juego—. Tenían una vida. Sus vidas no merecían ser arrebatadas de esa forma.

    —No controlamos quiénes viven ni quienes mueren —señala el platinado. Y yo lo sé. Pero, tal vez, si Kokoro no se hubiese acomodado cerca de la pantalla, si la hubiese detenido, ella no hubiese muerto. Lo que me hace pensar que, si la hubiese detenido, otra persona estuviese muerta en lugar de ella. Si salvo a alguien mato a otra persona. Realmente, nadie podía salvarse en ese juego—. ¿Qué le pasó a tu muñeca?

    —Cada treinta minutos me inyectaban una droga para dormir —explico vagamente—. Y la persona a la que no se le inyectaba la droga era el traidor.

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