¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
FIRST ACT, THREE : alguien mejor que tú
Mis ojos se cerraron fuertemente y tuve que ponerme de espaldas para no ver la habitación, antes pintada de blanco, llena de sangre. El collar que la señora poseía había explotado al haber perdido el juego. En mi cara se formó una gran mueca y mi cuerpo tembló un poco sin quererlo al darme cuenta que en cualquier momento yo podría terminar así si no tenía cuidado en mis futuros juegos.
El chico desconocido fue el primero en salir. Le vi la cara antes de que desapareciera de mi vista; pude ver en su rostro la culpabilidad de que aquella mujer haya muerto frente a sus ojos. Detrás de él salió la chica trepadora, que se veía más seria. Yo me quedé dentro sin saber qué hacer, todavía dándole la espalda a la habitación ahora pintada de rojo.
—¿Te vas a quedar ahí? —me pregunta Chishiya. Escucho algunos pasos, lo que me hace saber que había entrado completamente a la otra habitación.
—Lo mismo te pregunto —le devuelvo la pregunta, tambaleándome en mis talones en un intento de olvidar por unos momentos todo lo que había sucedido anteriormente.
Las luces se apagan de repente, cosa que me hace girar mi cuerpo para poder ver a Chishiya. Quiero ignorar la sangre en las paredes, pero simplemente no puedo, por lo que con inquietud me acerco a él.
—¿La electricidad volvió a irse? —le pregunto, curiosa, queriendo saber más del mundo en el que ahora me encuentro metida. Lo veo agacharse de cuclillas frente al cuerpo muerto de la mujer, y saca un papel con un garabato dibujado. Me giro para contener una arcada al caer en cuenta que estaba viendo un cuerpo muerto el cual su sangre había salido volando por los aires manchando las paredes y un poco de mi ropa.
—Hay luz en las arenas de juego. Cuando terminan, la luz vuelve a irse —me responde el platinado. Yo asiento con la cabeza.
—Vaya, en serio creí que moriría —suspiro, cerrando los ojos y alzando la cabeza. Mis brazos se cruzan y de repente recuerdo todo lo que había sucedido hace menos de diez minutos.
—Te dije que no ibas a morir.
—Nunca me dijiste nada. Pusiste cara de fastidiado cuando te lo repetí como cinco veces.
Chishiya se queda callado, y yo me pregunto en mi interior lo que haré a partir de ahora. Mis padres no estaban, dudo que Susu esté en este lugar también, cosa que me preocupa pero me alivia. Si no están aquí no sé dónde puedan encontrarse, pero al menos no tendrán que arriesgar sus vidas en unos juegos como lo estoy haciendo yo. Divago de repente, pensando que mi mejor amiga sería buena en juegos de picas.
—¿En qué piensas?
—¿En verdad te importa?
Mi tono no es molesto, ni sarcástico ni burlesco. Es honesto, preguntándole con total sinceridad si le importaba lo que yo pensase.
