Las lágrimas de tu familia y el dolor de tu madre, se volvió mi dolor, Llore tanto por ti, que mis lágrimas se convirtieron en tu carne, tu sangre y tu alma, fue entonces cuándo abriste los ojos"
La historia se encuentra situada después de las pelíc...
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23 Ego cegador
Los humanos, no pueden ver, porque siempre están inmersos en si mismos; incluso cuando sus instintos les griten que están en peligro, su ego no podrá creerlo y morirán creyendo que ganaron.
A Quarich le llamó la atención que las Tsahik unieran sus trenzas entre ellas, moviéndose de enfrente, hacia atras mientras todas levantaban sus manos en lo que para los humanos, parecía ser una plegaria, pero de alguna forma lo que más le sorprendió fue el nivel de indiferencia de su gente que las había ignorado por completo.
—¡Coronel!—llamó la General Ardmore—solo están rezando, no se distraiga.
De alguna manera a él, su comportamiento, lo estaba inquietando; creía que tal vez pasaba algo más, después de todo le rezaban a Eywa. Para Quarich, los dioses eran solo historias y sus seguidores sólo un chiste, pero desde su primer pelea con Jake, no han parado de haber señales de que tal vez se equivocaba.
Incluso con todas las señales, renuente de aceptar la verdad, Quarich prefirió dejar la incógnita en el aire e ignorar el inquietante comportamiento de las Tsahiks, para oír lo que debía decirle la General. El Coronel quería poner atención a las palabras de su superior, pero su instinto no dejaba de gritarle que algo estaba mal. Aun así, Quarich no planeaba advertir a Ardmore, no porque fuera un disparate, creía que no valía la pena, igualmente sería ignorado, en el ego de su General, seguramente no cabría la posibilidad de que unos cuantos rezos de una especie "primitiva" pudieran interferir con su plan.
—¡Oh gran madre, oye nuestras súplicas!—gritaba Mo'at sin miedo a ser oída por los humanos, ya que sabía que estos, simplemente la ignorarian.
—Te suplicamos gran madre—dijeron al unísono el resto de Tsahik1
—Advierte a Rey'eng y Neteyam, Advierte a los pueblos de esta orquestada masacre que se avecina.
La luz de el lugar se intensificó, Eywa las estaba oyendo, al oír aquella conversación en sus recuerdos, Eywa decidió fungir de puente entre su hija, los Wairua y las Tsahik. Para que vieran aquella inquietante información por si mismos.
Fue entonces cuando los focos de las habitaciones terminaron por estallar y la conexión se rompió dejando a las Tsahiks inconscientes, a excepción de Mo'at y Ronal que solo estaban agotadas.
—ahora solo nos queda esperar—dijo Mo'at.
—espero que tengas razón—dijo Ronal no muy convencida.
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El camino dentro de el volcán se volvía más y más complicado, a veces teniendo que arrastrarse entre estrechos huecos donde apenas entraban y donde Neteyam tuvo muchos problemas ya que su musculoso y enorme cuerpo pasó a ser un obstáculo, quedando atorado un par de veces.
