Las lágrimas de tu familia y el dolor de tu madre, se volvió mi dolor, Llore tanto por ti, que mis lágrimas se convirtieron en tu carne, tu sangre y tu alma, fue entonces cuándo abriste los ojos"
La historia se encuentra situada después de las pelíc...
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30 Sin dicha ni esperanza
De la desgracia, nace la dicha. Solíamos oír cosas como esa todo el tiempo desde que la esposa de Neteyam entró en nuestras vidas. Aunque nunca entendí un carajo. Tanto Neteyam como el resto de Na'vi parecían entender lo que quiera que eso significará y yo aún no consigo entenderlo. No con mi hijo empalado junto a su mujer, mientras la ve morir.
¿Dónde está la dicha ahora?, aquella bendición que la chica nos ha prometido. Pareciera que simplemente esta vez no habrá dicha.
¿Qué es eso? ¿Qué quiere la bestia? No puedo entenderlo. Veo cómo Lo’ak y Kiri hablan con él y no entiendo cómo siquiera lo escuchan hablar cuando yo solo escucho un tétrico rugido. ¿Qué ven? ¿Qué ven todos? Incluso Neytiri se ha tranquilizado un poco. Las miradas se dirigen al horizonte, pero no puedo ver lo que ellos ven. Me siento perdido.
¡¿Qué ven todos?!, ¿por qué nadie ayuda a mi hijo? En momentos como estos aborrezco tanto mi título que me dan ganas de desaparecer. ¿Qué ha hecho Toruk Makto por mis hijos?, ¿de qué me sirve ese título si no puedo ayudarlos en nada? Estoy llegando al punto donde siento que me aprieta el pecho y siento que mi corazón va a explotar, ni siquiera puedo respirar, quiero vomitar por el fétido olor a muerte que cubre el lugar. No, no es eso, estoy teniendo un ataque de pánico. Se me nubla la vista y me asusta no poder ver más a mi familia; ¿qué pasa?, ¿qué es eso? Veo una de esas babosas de mar gigantes llegar, ¿no es quien acompañó a mis hijos en su viaje?
Intento con todas mis fuerzas tomar la mano de Neytiri, pero el cuerpo no me responde, y tampoco puedo preguntarle qué sucede; mi voz tampoco sale. La esperanza que tengo se desvanece, llevándose el brillo de mis ojos. Ya no estoy asustado ni triste, no siento nada. Poco a poco he caído en cuenta de que mis emociones se desconectaron. Era un mecanismo, ¿no?, algo así oí de Max...
Ya no sé qué está pasando. Se supone que debería rezar en momentos así, ¿pero a quién?; ¿a la bestia?, ¿a Dios?, ¿a Eywa? ¿Cómo se supone que crea en ellos, cuando la situación llegó a esto? No hay dicha y tal vez ¿no hay Dios? Estoy confundido... ¿Qué harías tú, Grace?
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Todos se acercaban curiosos al ver las misteriosas sombras que descendían, pero el deslumbrante sol de la mañana imposibilitaba su visión. La Wairua se extendió como una manta sobre la tierra. De su lomo descendieron varias mujeres con diferentes atuendos, todas de tribus tan raras que ningún pueblo parecía conocerlas.
Las mujeres bajaban una a una, con total calma. La primera, Te'lek, una Na'vi albina de cabello muy oscuro y ojos grises, portaba unos pelajes artificiales gruesos. Su imponente mirada asustaba a cualquiera. Ella era parte de una tribu de los mares helados. Fazey poseía una piel grisácea y manchas azules. Daba una gran sensación de problemas, solo con ver su sonrisa desafiante y juguetona. Ella era de un clan de los bosques andantes. Io'ka, por el contrario, no vestía casi nada. Su cuerpo parecía escamado y sus ojos eran vípedos. Aunque su apariencia daba miedo, era muy tranquila y tenía una voz tan suave que acurrucaba. Ella era de una tribu de la zona de las arenas hirvientes. Juntas venían unas chicas que, de igual forma, eran escamosas, pero sus ojos eran completamente negros y no poseían más que enormes colmillos. Ambas chicas eran algo apáticas, pero muy cooperativas. Ellas eran las gemelas Ka'ran y Ran'ka de la tribu de los mares oscuros. Con ellas venía una pequeña niña ciega. Sus ojos eran completamente blancos, igual que los Wairua, y su piel era azul y blanca. Ella era Van'ti, quien tras nacer fue acogida por el pueblo Wairua Kilich.
