5. Una cita hasta el amanecer.

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El señor Beelzebub tiene planes y son muy románticos, que este arcángel lo tome en cuenta, porque él sigue siendo un demonio, uno enamorado, sí, pero no implica que no esté haciendo esfuerzos grandes por él.

Gabriel no está diciendo nada al respecto, solo porque sabe que el señor Bee se está esforzando, pero no es como si un cementerio fuera el mejor lugar para tener esa cosa llamada cita.

—¿Un cementerio?, ¿no es ese lugar en donde ponen a los humanos muertos?

—Sí —respondió con una sonrisa, eso sonaba como una idea maravillosa en su cabeza. —¿Qué te parece?

—Aah, bien —dijo, no estaba muy seguro, pero Beelzebub ni siquiera se percató de la duda en su voz.

Gabriel se había sorprendido gratamente cuando Beelzebub le explicó lo que era una cita y porqué debían tenerla, y luego le dijo que llevarían una manta bonita y comida y tendrían un picnic; pero él no entendía porque tenía que ser en un cementerio, ese le parecía el sitio menos romántico del universo, bien podían ir a cualquier sitio bonito de Alfa Centauri, pero no, el señor Bee quería ir a la tierra de nuevo, y a un panteón. Gabriel no conocía mucho sobre la tierra, porque Aziraphale no le permitió salir, pero en alguna ocasión escuchó a Crowley hablar sobre parques y patos, eso sonaba más bonito que tener un picnic con gente muerta bajo sus pies. Pero ya qué, el señor Bee estaba muy feliz con su idea, y como Gabriel sabía que realmente estaba poniendo de su parte para recuperar el viejo amor, decidió no quejarse sobre eso y simplemente dejar que él siguiera adelante.

Y Beelzebub estuvo ocupado todo el día, horneo un pastel de chocolate y picó muchas frutas que luego almacenó en frascos de vidrio que eran muy bonitos, también preparó galletas y hasta hizo chocolate; Gabriel no ayudó en nada, pero eso no le importaba, el único trabajo que tenía su arcángel era ser bonito y disfrutar de la cita. Y cuando supo que la noche había caído en la tierra, Beelzebub estaba listo para irse.

—Gabe, ¿nos vamos?

—¿Qué es un Gabe, señor Bee?

Beelzebub rio un poquito con eso, él a veces era demasiado dulce, y luego le explicó que era solo una forma bonita de llamarlo, justo como él que lo llamaba señor Bee y no señor Beelzebub.

—Pero tú dijiste que podía hacerlo, señor Bee.

—Así es, angelito, ¿quieres que vayamos ya? —y Gabriel simplemente le dio sus manos para que él hiciera su magia.

En cuanto llegan a las puertas del cementerio, Gabriel toma las cosas de manos de Beelzebub para poder llevarlas él, el señor Bee no se lo había pedido y estaba totalmente seguro de que no necesitaba ayuda, pero por alguna razón sintió que hacer eso era lo correcto. Beelzebub usó sus milagros para abrir las puertas y luego los guío hasta llegar al sitio indicado; "¿qué te parece?", preguntó, y Gabriel se había quedado mudo ante la cosa enorme que lucía como él.

—¿Qué es eso? —dijo cuando la sorpresa pasó un poco.

—Eres tú.

—No es verdad —dijo molesto —yo estoy aquí. —y se sintió un poquito ofendido cuando Beelzebub comenzó a reír.

—Lo siento, angelito —le dijo cuando la cara bonita y enojada de él ya lo había mirado con reclamo por el tiempo suficiente, Gabriel, que jamás había sido fácil había resoplado ante sus disculpas. —Los humanos lo llaman estatuas, esta es sobre ti, ellos las hacen a quienes admiran o veneran.

—¿Los humanos sienten eso por mí?

—Te dije que eres importante, ¿lo recuerdas?

—El más importante de todos los ángeles y arcángeles del cielo.

—Así es, eso eres, un príncipe del cielo. Prométeme que no lo olvidarás nunca.

—No lo olvidaré, señor Bee.

Con eso dicho, Beelzebub había sonreído y luego había tomado las cosas de sus manos para comenzar a preparar todo, primero fue poner la manta, luego la comida y por último había hecho aparecer su pequeña radio e hizo sonar música romántica y suave. Gabriel tomó asiento y se sintió muy bien cuando Beelzebub sacó un plato y le puso un trozo de pastel y luego le dio una taza con chocolate, sonrió por eso y después había jugado un poco con su pequeña cuchara mientras el señor Bee tomaba su propio trozo de pastel y su chocolate, él no quería comer sin el señor Bee.

Las citas sí que eran cosas muy curiosas, al parecer se trataba de sentarse a comer algo rico, mientras te dicen cosas bonitas, como que tus ojos son los más hermosos del universo. A Gabriel le gustaban las citas.

—¿Quieres más pastel, angelito? —le preguntó y él tan solo había acercado su plato. Beelzebub se deleitó mirándolo comer con una pequeña sonrisa en su cara.

Él parecía no darse cuenta, pero Beelzebub estaba disfrutando mucho de la vista, su arcángel era, sin duda, el ser más bonito que había conocido, y eso ni siquiera tenía que ver con su perfecta corporación; Gabriel era dulce, pero tan despistado como para no tener ni idea de que estaba haciendo crecer los sentimientos de él, y cuando Beelzebub pensó en eso, exhaló mucho, porque sintió miedo, sí, porque no era seguro que Gabriel volviera a amarlo, incluso cuando él estaba haciendo todos los esfuerzos que se le ocurrían, él no estaba obligado a volver a amarlo. Qué difícil era la situación suya, casi parecía un castigo del cielo, tal vez dios le había visto muy tranquilo y feliz siendo un príncipe del infierno, y de alguna forma había movido los hilos para que tuviera que caer enamorado del arcángel Gabriel, y cuando su príncipe también se había enamorado, movió los hilos de nuevo y lo hizo olvidar, tal vez el hecho de que estuviera haciendo todos los esfuerzos para conseguir que él lo amara de nuevo era otra movida de sus hilos, tal vez quería que amara aún más profundamente a esta dulzura, y después simplemente se lo arrebataría, tal vez Gabriel nunca estuvo destinado a amarlo, tal vez solo era una forma de hacerlo sufrir de nuevo, como si la caída no hubiera sido suficiente.

No se dio cuenta de lo que pasaba con su corporación, pero Gabriel se preocupó mucho cuando lo vio mirando en su dirección mientras sus ojos cristalizados luchaban por no llorar.

—¿Qué te pasa, señor Bee?

—Te amo tanto, arcángel. —le dijo, sin pensarlo ni un momento, y casi se queda sin aire, si es que fuera posible, cuando Gabriel lo había abrazado, el primer abrazo de él desde que lo había perdido.

—Pondré todo de mi parte para amarte, señor Bee.

Beelzebub no sabía si su amor y sus esfuerzos serían suficientes para lograr eso, pero como había dicho "quería correr el riesgo", incluso si eso le dejara en el suelo muriendo por el maldito dolor que sería tener su corazón hecho pedazos. No importaba nada, solo quiere intentarlo mucho, porque sabe que se sentirá como un imbécil cobarde si huye, pero, principalmente, porque sabe que no puede huir.

Así que por el momento, bajo las estrellas que van desapareciendo y la luna que se va escondiendo, Beelzebub lo mantiene cerca en ese abrazo y le acaricia el cabello suave; y luego, Gabriel se siente un poco arrogante cuando mira el sol salir y recuerda que el señor Bee le había dicho que él era más bonito. 

Ineffable Bureaucracy / FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora