4. Un viaje fugaz

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Él realmente quería arriesgarse, y ni siquiera le importaba qué tanto, había dejado el infierno sin un líder tanto tiempo, que estaba seguro de que sus demonios o hasta el mismo Satán estarían buscándolo, pero nada de eso importaba, su arcángel extrañaba al ángel traidor y él lo llevaría a visitarlo. Sabía que era peligroso hacerlo, no podía confiar ni en ese ángel, Aziraphale le miró llevarse a Gabriel y hablarle suave en su librería, probablemente ya había sacado sus conclusiones y las había compartido con el traidor de Crowley, tal vez ellos habían informado al cielo y el infierno de lo ocurrido, tal vez iba directo a una trampa, pero es que Gabriel lo extrañaba y él quería hacerlo feliz.

Y así pasó, porque Gabriel se emocionó mucho cuando él le dijo que irían a visitar a Aziraphale, bañó su cuerpo humano y lo perfumó con una loción aparentemente costosa que el señor Bee le había obsequiado, vistió su elegante traje gris y permitió que lo peinaran, él estaba ansioso.

Beelzebub lo tomó de las manos, y los hizo viajar a la tierra, por supuesto que estaba preocupado, pero listo, no era un príncipe del infierno por nada, destrozaría a cualquiera que intentara hacerle daño a Gabriel o alejarlo de su lado, aunque si lo pensaba bien, a juzgar por la fuerza con que le empujó cuando se reencontraron en la librería del ángel, quizás Gabriel no necesitaba ayuda. Planeo la llegada cerca de la librería, pero no demasiado como para ser descubierto, tenía que asegurarse de que era seguro ir hasta allí. Gabriel se impacientó cuando notó que no estaban yendo de inmediato, y él solo dijo cosas sobre tener paciencia, porque decirle que podían matarlos le parecía muy fuerte para él.

Finalmente Beelzebub decidió que podían acercarse, el Bentley ni siquiera estaba cerca, por lo que seguramente Crowley estaba lejos, si lo estaba, era algo bueno, un problema menos con el que lidiar. Gabriel se divirtió tocando la puerta de la librería muchas veces, y a Beelzebub no le molestó ni un poco, aunque sabía que cualquier otro le haría irritarse tanto que le arrancaría las manos.

—¿Hola? —Aziraphale dijo, claramente él sí estaba molesto por las muchas veces que tocaron su puerta.

—Aziraphale, hola, el señor Bee y yo vinimos a visitarte.

Aziraphale se quedó mudo ante la noticia y la sonrisa grande que él tenía, Beelzebub decidió intervenir.

—Él te extrañaba, ¿podemos entrar?

No pudo negarse, los hizo pasar a la sala de estar y preparó el té para los tres, Beelzebub no hizo más que sentarse en uno de los sofás y beber su té mientras observaba cada movimiento del ángel; Gabriel, en cambio, no podía dejar de hablar, le contó que lo habían enseñado a bailar y que cada mañana le preparaban chocolate caliente y un pastel o cualquier cosa dulce que combinara bien, también le dijo que le habían dado ropa nueva, y que el señor Bee hasta le había obsequiado una cosa liquida que olía muy bien. Aziraphale rio un poco cuando él se acercó para que pudiera oler su loción de cerca, pero lo hizo y después felicitó por oler tan bien.

—Gracias, Aziraphale —dijo, orgulloso de sí mismo, y los otros dos sonrieron ante eso, porque aunque él no se daba cuenta, allí estaba el Gabriel que conocían.

—Parece que estas muy bien con el señor Beelzebub.

—Sí, porque el señor Bee me ama, ¿verdad que me amas señor Bee?

—Sí —Beelzebub dijo, pero no miró a Gabriel, sino que vio directamente a Aziraphale que le observaba sin saber qué decir al respecto. Él zumbó un poco como para advertir, pero eso no había sido necesario.

—Me gusta mucho cuando el señor Bee hace la cosa del zumbido —dijo Gabriel, calmando el ambiente sin siquiera intentarlo —porque luego hay muchas moscas pequeñas, pequeñas que hacen todas las cosas que el señor Bee dice.

—¿Y tú amas al señor Beelzebub, Gabriel? —preguntó, ignorando la cara de enojo y terror combinados del demonio.

Gabriel negó: —Pero el señor Bee dice que puedo amarlo como antes, solo necesitamos tiempo.

Aziraphale sonrió ante eso, y Beelzebub deseó que si había un lugar aún más profundo que el infierno, entonces que eso se lo tragara; el ángel lo notó fácilmente, no era común ver al príncipe Beelzebub preocupado o nervioso, y como para ayudarle a relajarse cuando supo que Crowley estaba cerca, lo había telefoneado y le pidió ir por algunas cosas, "eso nos dará máximo una hora", le dijo y aunque Beelzebub no dijo nada, Aziraphale sabía que estaba agradecido; Crowley probablemente no iba a tomar las cosas con tanta calma.

Gabriel continuó contando cosas, le habló sobre su sofá y sobre la cama grande que el señor Bee le dio, también le contó que solían mirar el cielo cada noche, y que había una estrella roja muy bonita que siempre estaba cerca. Era cierto que él no había sido el mejor en el pasado, pero Aziraphale no podía odiarlo ni estar enojado, no tenía que ver con ser un ángel, simplemente entendía que por aquellos tiempos del Armagedón Gabriel debía estar muy estresado, repleto de trabajo, y luego con un montón de problemas encima cuando no pudo descubrir a tiempo que sería traicionado, su enojo con él había estado totalmente fundamentado, incluso aunque Crowley no pudiera entenderlo. Así que simplemente le prestó atención a todo lo que dijo, pensando en lo feliz y relajado que él estaba ahora que el cielo no estaba poniendo todo su peso sobre los hombros de él.

—Angelito, ya debemos regresar.

Gabriel suspiró: —¿Podemos venir otro día, señor Bee?

—Si Aziraphale está de acuerdo —dijo, y Gabriel volvió su mirada llena de esperanza hacia él.

—Por supuesto, pueden venir cuando quieran.

Después, él había abrazado al ángel para despedirse, y aunque Aziraphale no recibió nada de Beelzebub, él casi podía jurar que él le sonrió antes de tomar las manos de su arcángel e irse de nuevo.  

Ineffable Bureaucracy / FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora