25. Mañana lluviosa.

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No hay duda en ninguno de ellos de que la mejor opción que tienen es Alfa Centauri, incluso cuando pueden ir al lugar que quieran, ningún sitio les daría todas las experiencias y las emociones que han encontrado en esa estrella, ningún lugar sería capaz de hacerles nacer sentimientos tan fuertes como los que crecieron allí. Alfa Centauri era su hogar, Beelzebub lo había hecho así para ambos, él construyó todas las cosas, y luego Gabriel se encargó de hacer de cada cosa algo valioso; Beelzebub creó el río y Gabriel nadó en el junto a sus peces, Beelzebub creó a los animales y Gabriel los sostuvo en sus manos. Beelzebub construyó una casa, Gabriel creó un hogar.

La mañana quisieron pasarla en la cama, llovía y corría el viento frío, ninguno de ellos podía pensar en un plan mejor que quedarse acostados y abrazados; Beelzebub estaba sobre el brazo de Gabriel y tomaba con cariño la mano del brazo libre de él, no era tan cercano como a veces les gustaba, pero se sentía tan cómodo y romántico.

—Angelito —Beelzebub dijo, no era un llamado, lo decía para sí mismo, como si quisiera recordarse el ser precioso y dulce sobre el que descansaba; sin embargo, Gabriel besó su cabeza en respuesta. —Gabe.

—¿Qué pasa, Bee? —preguntó, dando un segundo beso, pero que fue más duradero, y que hizo sonreír a Beelzebub.

—Me elegiste a mí —dijo, sus manos acariciaban la de él con suavidad —Jesús dijo que podías elegir a donde ir, y te quedaste conmigo.

Gabriel sonrió: —Siempre te elegiré a ti, Bee.

—¿Siempre? —le peguntó, dejando todo de lado para mirarlo, Gabriel simplemente asintió. —¿Por qué?

—Porque te amo.

Beelzebub lo miró serio por un rato, como si se hubiera quedado en shock, y luego su cuerpo había actuado solo y no pudo evitar que las lágrimas se escaparan de sus ojos, se llevó las manos al rostro y se cubrió como si no quisiera que él lo mirara siendo vulnerable; Gabriel se sintió maravillado con lo que sus ojos podían ver, mirar al príncipe del infierno siendo suave y vulnerable por su causa lo hacía sentir especial y tan grande como seguramente nunca se sintió en el cielo, el calor tan abrasador como reconfortante llego a su pecho, como cada vez que él hacía o decía cualquier cosa bonita. Tenía que ser amor, no encontraba otra explicación a la manera intensa en que su corazón latía cuando él lo miraba con sus ojos bonitos brillando, o a la sonrisa que nacía en él cuando veía su cabello revuelto cada mañana, solo puede ser amor su necesidad de abrazarlo y sentirlo cerca, su felicidad cuando se sienta sobre sus piernas y la emoción que siente cuando él lo abraza para dormir y despierta junto a él enredado.

Gabriel lo hizo acercarse, lo tomó con fuerza pasando una mano tras su espalda y lo besó.

—No, Gabe —peleó, su voz quebrada y cero fuerzas en esa pelea.

—Bésame, Bee —él pidió con un tono que se sintió como a una orden a la que Beelzebub obedeció.

Y fue un beso tan largo y tan bueno como esos ardientes que miraba en las películas románticas, Beelzebub suspiró en su boca más de una vez y lo abrazó con fuerza como si creyera que el momento podía escapar de sus manos.

—Te amo, Bee —repitió —no hay forma de que lo que me haces sentir no sea amor.

Beelzebub escondió su rostro en su pecho y permitió que él lo abrazara, "te amo", dijo, y se deleitó con la suave sensación que él le regalaba al acariciar su cabello, mientras escuchaban la lluvia caer.

La lluvia cayó durante todas las horas de la mañana y acompañó con su sonido a cada beso que ellos se dieron, y es que se besaron muchísimo, con besos buenos y ardientes que eran mil veces más demandantes que los pequeños picos que le dio la primera vez que lo besó. Era una mañana hermosa, la más bella que Beelzebub recordaba, llovía y hacía frío, pero finalmente había conseguido el amor de su arcángel.

Ineffable Bureaucracy / FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora