27. Origami

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Beelzebub lo miró, parecía agotado o aburrido, Gabriel no estaba muy seguro, y había resoplado largo cuando el arcángel no supo si debía decir algo y solo mantuvo cerrada su boca.

—Estoy aburrido, arcángel.

—¿Qué hago? —preguntó, y Beelzebub volvió a resoplar y se marchó al jardín trasero sin siquiera responder a su pregunta.

Gabriel se dejó caer sobre el sofá, él no tenía mucha experiencia en cambiar días aburridos, eso era más un trabajo de Beelzebub, además no podía entender bien cómo Beelzebub podía arreglar sus días todo el tiempo, pero no podía hacer lo mismo con sus propios días. Pensó, porque si Beelzebub podía ayudarle cada vez que estaba aburrido, entonces podía hacer lo mismo por él.
Pero Beelzebub no puso de su parte, no quería ir a la playa, y no tenía ganas de ir a descansar a la pradera con las flores alrededor, tampoco deseaba cocinar, y ni una sola de las ideas de Gabriel le pareció buena, pero Gabriel lo intentó, una idea tras otra, hasta que le ofreció perseguir cometas y Beelzebub le dijo que "¿parece que tengo ganas de perseguir eso?", entonces volvió a su sofá para tirarse allí otro rato.

—¿Tienes ganas de pelear, Bee? —Gabriel volvió para preguntar tal cosa, y Beelzebub lo observó fijamente sin decir nada. —Solo lo pensé, porque eres un demonio y tal vez te hace falta.

Beelzebub respiró profundo: —No quiero pelear, Gabriel. Solo me siento aburrido.

Y Gabriel alzó los hombros y se volvió a marchar, quejándose en el camino de la poca colaboración que Beelzebub estaba poniendo.

Beelzebub se quedó sentado en una mecedora que había hecho aparecer con sus milagros, en el jardín trasero, con el viento corriendo por las pequeñas plantas y ni un solo ruido molesto, hasta que

—Bee, lo tengo —Gabriel habló, y Beelzebub se masajeó la frente cuando lo vio hacer un milagro y poner una mesa y otra mecedora.

—No, Gabe.

—Sí, Bee. Te va a gustar —afirmó, y luego hizo aparecer varios pliegos de papel.

—¿Qué supones que haremos con eso, Gabe?

—Observa —pidió, y Beelzebub lo miró doblar el papel una y otra vez hasta presentarle una rana, "¿origami?" le preguntó y él dio una sonrisa —¿qué te parece?

—Aburrido.

Gabriel se molestó un poco con esa respuesta: —al menos intenta hacer uno.

Eso hizo, suspiró con cansancio y tomó un pliego para hacer lo que supuso sería la cosa más aburrida y fácil del mundo, no podía pedir demasiado, después de todo Gabriel es un ángel y ellos se divierten con cosas aburridas como poner a humanos a golpearse el pecho o hacer coreografías con los salmos; sin embargo, las cosas no salieron como creyó y se irritó cuando Gabriel comenzó a reírse.

—Cállate, Gabriel.

El arcángel rió más fuerte: —¿qué se supone que es eso?

—Un caballo salvaje.

—No llega ni a burro —dijo él riéndose más, y se burló con fuerzas cuando Beelzebub había dicho que "déjame en paz" y luego tirado su papel al suelo. —Vamos, Bee, inténtalo.

—Odio el maldito origami.

Gabriel sonrió y colocó su mecedora junto a la de Beelzebub, recogió su papel del suelo, y se ofreció a enseñarle.

—Puedes iniciar con algo más simple, tal vez...

—No —interrumpió —quiero un caballo salvaje.

Y Gabriel estuvo de acuerdo, si Beelzebub quería hacer su caballo de origami, entonces eso harían. Fue terriblemente difícil, porque Beelzebub no resultó ser muy bueno y porque se enojó cuando no le permitieron usar sus milagros; pero lo logró, después de horas, de muchos enojos y de tirar el papel al suelo una decena de veces, finalmente consiguió crear su caballo salvaje de origami.

—Sabía que podía hacerlo —dijo, parecía orgulloso de la obra en sus manos. —Me quedó bonito.

—¿Quieres hacer otro? —preguntó, y había acabado riendo mucho cuando Beelzebub gritó un "no".

Ineffable Bureaucracy / FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora