6. Desayuno en la cama

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Gabriel sabía que no tenía necesidad de dormir, la corporación humana que vestía era tan solo una fachada, los ángeles no tienen las mismas necesidades que los seres de la tierra; aún así, le resulta agradable realizar algunas de esas acciones humanas, como beber un té caliente en una tarde lluviosa, o irse a descansar en su cama grande cada noche. Era muy cómodo, la forma en que simplemente tenía que tirarse sobre el colchón suave y relajarse sin pensar en nada más, podía dormir o bien solo quedarse acostado, y cualquiera de sus opciones era agradable. El señor Bee a veces iba con él, se acostaba a su lado y le contaba historias bonitas, como esa sobre una muchachilla llamada María, que al parecer era muy amiga suya; por supuesto, Beelzebub había pasado de largo la crucifixión, Gabriel no tenía porqué llenarse de recuerdos dolorosos. A él le había gustado mucho saber sobre Jesús, Beelzebub había dicho que era encantador y maravilloso, mucho más que dios mismo, y que fue él quien le nombró un príncipe celestial.

El señor Bee siempre le contaba historias bonitas del pasado, a Gabriel le gustaba cada una, porque Beelzebub las adornaba y evitaba las partes tristes.

—Buenos días, angelito —le saludaron, el señor Bee se adentraba en su habitación con una gran bandeja de comida.

—Hola, señor Bee, ¿por qué traes toda esa comida?

—Para desayunar, Gabe —respondió, y sonrió un poco cuando él se sorprendió al respecto —desayunar en la cama es algo especial.

Entonces Gabriel saltó fuera de ella y acomodó las sábanas para que Beelzebub pudiera colocar la bandeja allí, había panqueques con miel y fresas, chocolate caliente solo porque él lo amaba, y muchas frutillas pequeñas que Beelzebub llamó "frutos del bosque", estaba ansioso por comenzar su nueva experiencia, nunca había tenido un desayuno en la cama, pero si el señor Bee decía que era especial, entonces debía ser lo mejor que había.

Beelzebub acomodó las muchas almohadas que tenía la cama de Gabriel para que ambos pudieran recostarse y estar cómodos, y luego puso la comida entre ambos.

—¿Conoces el bosque, señor Bee? —preguntó, cuando se comió un arándano luego de mirarlo por demasiado tiempo. Beelzebub le afirmó. —¿Es otro de los lugares de la tierra?

—Lo es, algún día puedo llevarte a conocerlo —prometió —es bonito.

Gabriel estudió otro arándano antes de decir cualquier cosa, Beelzebub solo esperó, sabía que cuando él tomaba esa actitud significaba que venía una de esas preguntas difíciles que a veces no sabía cómo responder.

—¿Por qué tenemos que estar aquí, señor Bee? —Beelzebub no se había equivocado cuando esperó una pregunta complicada. —La tierra parece tener cosas increíbles, como el bosque, parques, y patos, y también tiene amigos.

—¿Amigos?

—El señor Fell y el señor Crowley —aclaró —y tus amigos los que querían entrar a la librería.

—Esos no son amigos, arcángel —le dijo, y suspiró agotado cuando él quiso una explicación —es una historia complicada.

—Dijiste que soy el arcángel supremo y un príncipe del cielo, pero aún así el cielo no pudo protegerme, y acabé aquí sin recordar nada.

Beelzebub sintió su pecho doler, ya había olvidado que Gabriel podía ser muy hiriente aun sin intentarlo, cómo se suponía que iba a confesarle que estaba allí, sin uno solo de sus títulos, y sin recuerdos, solo porque había decidido amarlo a él, no podía llenarle la cabeza de historias sobre lo magnifico y grande que era el supremo arcángel Gabriel y luego decirle que lo perdió todo por amar a un demonio, él era ese demonio.

—¿Por qué el cielo no me busca?, soy su príncipe, se supone que soy importante.

—No le des importancia a eso, angelito —pidió —es algo complicado, podemos hablarlo...

—Basta —interrumpió.

—Gabriel —él dijo, estaba sin creerse que el ángel le hubiera dicho semejante cosa.

—¿Cuál es la verdad, Beelzebub?

Una vez más el viejo Gabriel los había visitado, pero este era el Gabriel que aún no se enamoraba de él. Beelzebub no podía responder, no sabía cómo hacerlo, así que simplemente se fue de la habitación, dejando a Gabriel con una bandeja a medio comer y un montón de dudas.

Ineffable Bureaucracy / FlufftoberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora