1. Pijamada con un muerto

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Esta noche nos juntamos con las chicas a hacer pijamada y ver Caracortada.

Nos juntamos cada noche que no tenemos muchas ganas de ir a clases temprano para el día siguiente, lo cual podría ser muy criticable considerando que tenemos una reputación que mantener.

Hemos decidido que será a tono con lo que señala un trending de tik tok viejo, pero que nunca falla. Pongo el móvil a grabar vídeo en cuanto le abro la puerta primero a Nina.

Morena, bella, labios gruesos, quizá la boca más naturalmente sensual que verás en tu vida. Sus rulos están más pronunciados que nunca, probablemente por la humedad y viene vestida con un pijama color verde. En brazos trae un montón de cosas color verde que las enseña para la cámara.

—Sabes que no me gustan los snacks a base de pepinillos—le digo, mirando una de las bolsas—. Oh, vaya, traes algo que realmente me llama la atención.

—Métete la mano en los bolsillos, belleza—me dice, dándome una manotada en la mano para evitar que meta mis dedos entre sus cosas.

Pongo los ojos en blanco y sigue mirando a la cámara.

—En primer lugar, traje un paquete de doritos. En segundo lugar, pepinillos. También traje cervezas Heineken, manzana verde...

—¿Manzana? ¿Qué crees que haremos con una fruta?

—Te la comes. Y por último, traje gomitas.

La miro por detrás y sonrío. Ella sonríe también.

—¿Qué hay del frasco? —. Señalo el fondo de la bolsa. Está claro que trae hierba ahí.

—Es solo un buen consuelo.

—Muchas gracias, cielo.

—Gracias a ti, ahora iré a armarme un... ¡Ay!

Mi amiga se vuelve a la cama, pero antes de subir, tropieza con algo que la hace caerse encima del colchón de mi queen size.

—Qué hijo de puta—farfullo, observando la mano que sale debajo de la cama y le ha intentado sostener el tobillo a mi amiga.

Tiene sangre entre las uñas y los dedos, lo cual está provocando una mancha en el suelo de mi habitación.

—¡Así jamás podré tener alfombra! —me quejo, dándole un buen pisotón con el talón que apenas le deja fuerzas para moverse y regresa bajo la cama.

—¿No que te ibas a deshacer del cuerpo? —me pregunta Nina.

—No es tan fácil.

—Eres toda una carnicera, Catalina. No vengas con estupideces ahora.

—Lo siento, pero no a todas se nos da bien el trabajo limpio y sin dejar rastro sino hace rato que le hubiese puesto una alfombra a este cuarto.

Tocan el timbre.

Cielos, soy terrible mentirosa, la carnicera no soy yo.

Vuelven a tocar.

—¡Ya voy! —. Pongo el móvil a grabar nuevamente.

Me echo un vistazo desde la imagen que me devuelve la pantalla y corroboro que estoy linda. Bah, estoy normal. Jamás fui una chica con mala autoestima, pero es parte del oficio mantener siempre los ánimos en alto. Mi cabello es negro azabache, mi piel tan pálida como la luna llena en primavera, delgada porque mi metabolismo así lo quiso, probablemente más de lo que me gustaría y alta relativamente hablando (puede que esté pasando el metro setenta y tanto) gracias a mi linaje paterno que me ha conferido buenos genes en el crecimiento al igual que en la pigmentación miel de mis ojos por la vía materna.

GOOD GIRLSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora