10. ¿Sientes la energía?

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Las fiestas en un club son un desmadre, pero las fiestas privadas en una casa son un auténtico caos y, cariño, no son aptas para débiles.

Cuando llegamos con las chicas a la casa en cuestión vemos a un montón de chicos en el patio delantero amplio del espacio privado de varias hectáreas a la redonda donde se está haciendo la fiesta más rara de la vida.

Los chicos son todos varones o eso parece, están con el torso desnudo y bailan de manera violenta, se golpean, parecen no poder contener el cuerpo, como si se les saliera del límite de la piel. Apenas está atardeciendo, pero sospecho que llevan más de unas cuantas horas aquí, probablemente una noche entera y el día entero. O dos.

Mastican chicle, chupetines, están tan desenfrenados que no estoy segura de que estén masticando golosinas, puede que ante la desesperación de no poder contenerse algún trozo de tela o similar estén masticando

La música y los golpes ya comienzan a provocarme ganas de moverme. El top que me he puesto me queda demasiado chico ante la necesidad de sacudir los hombros y las caderas con la musiquita sonando.

–¿A qué clase de fiestita nos trajo tu amigo?–me pregunta Caridad.

–Definitivamente no es una que esté empezando–añade Nina, evidenciando que las cuatro estamos pensando exactamente lo mismo.

Paz se acerca y se guarda las llaves de la camioneta en el bolsillo del sostén debajo de su camiseta con transparencias que se ha puesto para esta fiestas en caso de emergencia en que (por motivo de pastillas o lo que sea) sea necesario meter en un espacio donde no te puedan robar o puede que sea factible perder la conciencia en cualquier momento y que ello no implique perder las llaves.

Cada una nos traemos una botellita con agua, es nuestro segundo arma de defensa personal además de las de fuego que están escondidas en el descampado donde las enterramos por fuera de la camioneta de Paz.

–Tengo ganas de tomarme una, se me deshace la boca–afirma Paz, mordiéndose el labio inferior.

Las cuatro caminamos en dirección a los chicos que están completamente fuera de sí y las detengo mientras buscan sus cosas.

–No–les digo y señalo con la mirada algunos objetivos–. Allá.

Un chico baila sobresaltado con el móvil grabando el atardecer en medio del montón. La puerta de la casa está abierta por lo que hay gente entrando y saliendo y podría ser una buena vía de escape el interior de la casa mientras los chicos acá afuera se mueven sin parar con el DJ que está tocando en el patio delantero.

Dentro puede que haya otro y se puede contemplar que en el patio, en los alrededores de la piscina hay otro más.

–Allá–escucho a Caridad.

Está observando directamente a uno que lleva puesta una riñonera, está abierta, probablemente haya olvidado cerrarla o ya le robaron y no se ha dado cuenta. Habrá que revisar.

–Ejem...–carraspea Paz, bailando cerca de dos chicos que bailan muy pegados, próximos a nosotras.

Puede que ni siquiera sean homosexuales, pero están tocándose las caras como si fuesen de plastilina o una obra de arte magnífica y despampanante.

Ambos tienen pantalones tipo cargo de esos con bolsillos grandes.

No es casualidad que en esta clase de fiestas se hagan moneda frecuente esos pantalones donde puedes meter y esconder toda clase de cosas, sin embargo acá puedo observar que tienen los bolsillos por reventar.

Sería buena idea bailar con ellos y llevarlos entre la multitud para chequear qué hay en esos bolsillos.

–Nos dividamos–les advierto–. Paz, vamos con ellos dos.

–Buen ojo, chica.

–Sigo pensando que sería bueno tomar ahora, tenemos cincuenta minutos o cuarenta hasta que nos haga efecto.

–Nada de andar tomando demás para acelerar el efecto, parece que tendremos una noche larga, es la oportunidad excelente–les afirmo a mis amigas, pero tras nosotras proviene una voz que nos saca a las cuatro del estado de trance en el estamos, sumergidas en la adrenalina de la música, de las pastillas, de la fiesta y del ansia favorable que nos pone a mil ante la sencilla oportunidad de robar esta noche.

–Excelente oportunidad de esta de habernos encontrado los...¿siete?

Con las chicas nos quedamos boquiabiertas con los tres chicos que tenemos delante ahora mismo.

Jude yace de pie frente a nosotras con una musculosa rasgada evidenciando todos sus tatuajes, de hecho está rasgada y tienen transparencias negras. Sus gafas oscuras parecen bordear todo el contorno de sus ojos y su sonrisa le marca dos dulces hoyuelos cargados de malicia en sus mejillas atractivas que adornan a la perfección su mandíbula cuadrada.

Por otro lado hay un chicos con corte french, croptop que muestra un abdomen bien definido, brillante de sudor o de aceite que se pudo haber colocado para venir esta noche y el pantalón también de grandes bolsillos es una auténtica locura porque tiene cierres y brillos altamente peligrosos para los estímulos de una estando bajo sustancias peligrosas.

El otro chico es mucho más corpulento, alto, de espalda enorme y una camisa oversize abierta completamente mostrando un torso perfectamente definido, pesadas cadenas, el cabello con rulos fijados hacia adelante y la tez oscura como si fuese chocolate vivo listo para tentar a una. Lleva pantalones cortos y zapatillas altas que muestran unas piernas contorneadas y tatuadas con ángeles, rosas y espinas.

Realmente son tres bombones.

–No tengo problema en compartir al bombón de chocolate–suelta Nina.

Caridad no es afín a los varones, pero puede que drogada les haga, aunque tampoco hemos tenido problemas en intimar en una fiesta de estas con chicos que han interactuado entre ellos. ¿Que si son gays? ¿Acaso nos importa? Claro que no. ¿A ellos les importa ser gays? Ni mierdas, si nos la estamos pasando bien eso es todo y ya.

–Jude–murmuro–. Creí que ya estaban mezclados entre la gente–les digo.

–Pues, nos vimos hace unas horas, la mayoría de la gente acá viene del after siestero, del after mañanero, del after nocturno de la fiesta que fue antes que todo eso.

No es la primera vez que me hablan de varios afters seguidos, tampoco es exento a las ocasiones en que nosotras mismas lo hicimos ya.

Es duro el efecto posterior a todo lo que hay que tomar para poder sostenerte todas esas horas seguidas, o bien, tienes que regresar a tu casa a dormir una siesta de dos o tres horas para luego seguir.

Jude avanza con sus amigos para presentarlos y, en el acto, les dirijo una veloz mirada a mis amigas a modo de advertencia.

Estoy segura de que lo captan.

"Con ellos no."

Robar, claro.

Porque creo que acaba de empezar la fiesta ahora que está acá, pero será difícil disimular nuestros objetivos de sustraer cosas esta noche.

Yo hubiera sido muy diferente de haber tenido otra familia.

Si mis padres no me hubieran enseñado que ser una criminal con códigos también es una manera de ganarte la vida.

Si no hubiera visto a mi propia madre llevarse la buena vida gracias a la fortuna de mi padre y a sus robos indiscretos a las bóvedas de papá y tomando joyas de sus amigas.

Mamá me enseñó a ser asi.

No la culpo.

Es el camino que hoy elijo, pero mami no estaría del todo orgullosa de mí porque el día que me fui no le avisé ni me despedí.

Tampoco mis chicas.

GOOD GIRLSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora