Abro los ojos, despertando bajo un intenso estado de agitación, y caigo en la cuenta de que he apagado el móvil cuando sonó para anunciarme que debía ir a clases por la mañana.
Inician a las 8 y ya son las 11. Creo que pasaré directo a las de la tarde.
Emito un quejido mientras me siento en mi cama ya que me duele la cabeza; anoche no he podido dormir bien y ya van varias noches así: una por salir de fiesta, otra por intentar esconder un cadáver de un tipo al que maté en una fiesta.
Seguramente cualquier mundano socialmente viable en sus aportes al mundo pensará que debo estar en shock, asustada o al menos con remordimiento y lo cierto es que sí, lo tengo. Pero no es la primera vez que lo hacemos.
Con mis chicas sabíamos desde el comienzo que al instante que tomamos nuestras mochilas y el dinero robado de nuestras familias, iniciaríamos un plan con riesgos bastante altos. Y es que, para sobrevivir, tendríamos que seguir robando.
Por ejemplo, en las fiestas.
¿Sabes lo extremadamente fácil que es robar en fiestas? Más aún a los hombres, por todos los cielos, esto es absolutamente fabuloso.
Cuando te encuentras a un hombre borracho o drogado en una fiesta, basta que se acerque a ti para que le saques la billetera. ¿Tiene algún coste eso? Que te pueda descubrir. Pero ¿con qué pruebas te aseguras de que te descubrirá, de que realmente fuiste tú? Primero, puede que ni siquiera se de cuenta y, segundo, si se da cuenta que se la sacaste no sabrá en absoluto quién de las personas que están bailando alrededor entre el humor, las luces láser y la música retumbante fue realmente quien hizo eso.
Por otro lado, tienes la alternativa más compleja que es la que solemos probar con las chicas en cuanto avanza la noche y no hay botín al respecto: "mira aquel, tiene la chaqueta atada a la cintura, baila cerca y hazle el favor de quitársela de encima así está más cómodo para bailar mejor".
Nos acercamos, bailamos cerca y... "písale el pie, písale el pie para que se de vuelta y por el otro lado, Nina le sacará lo que tenga a la vista." O bien "ábrele la cartera o la riñonera a ese idiota de allá, ni se dará cuenta."
¿Y cómo te aseguras de que alguien no está completamente lúcido? Es decir, en un evento así robar no cuesta demasiado, no te expone de verdad y no es una clase de local comercial donde la gente pida revisar cámaras de seguridad si es que las hay. La fiesta donde matamos a Bruce ni siquiera era un local comercial, nada de cámaras, propiedad abandonada de algún privado en particular al que le tomaron el espacio.
En cuanto ya estoy en el baño compartido de la residencia, le pongo pasta de dientes a mi cepillo descubriendo que aún tengo sangre bajo las uñas. O me las corto o me las pinto. Mmm, me las pinto, ni loca me quito estas garras bellísimas que tanto tiempo me ha costado mantener.
Eso es otro elemento válido.
Clavar uñas.
Es genial cuando necesitas defenderte de algún idiota que intenta sobrepasarse contigo o que te acusa de haberle robado.
Puede que sí, le hayamos robado alguna vez, pero en cuanto se atrevan a gritarnos o a decirnos la mínima palabra al respecto, con total seguridad advierto que no la sacarán de manera sencilla en absoluto.
"Ese arañazo fue en defensa propia, no sé qué le sucede al idiota este, está completamente empastillado".
Y sí, descubren que está drogado y lo sacan del lugar.
Por eso, aunque sea fácil robarle a uno completamente consciente, el que está fuera de sí será quién salga perdiendo y porque le acusas de lo que sea y tendrán que sacarlo del lugar. Eso nos da otras victorias a nosotras.
Tras asearme y cepillarme los dientes, salgo en busca de mi móvil, mi computadora y mi mochila. Dejo todo a un costado, para luego vestirme sin tanto esmero: una camiseta con el rostro de Doja Cat que me baja las rodillas y un short de algodón más unas chanclas veraniegas. Ahora sí, lista, me voy hasta la cafetería a desayunar, descubriendo así que no soy la única que recién se levanta o que ha decidido faltar hoy a sus clases.
Hay otros a quienes la policía les está golpeando la puerta.
En cuanto paso por uno de los pasillos donde duermen dos de los amigotes de Bruce, descubro que cambia una mirada conmigo.
Me reconoce.
Yo lo vi también con él en la fiesta.
La poli le está revisando el cuarto mientras él espera fuera con otro de sus amigos y le toca el hombro a éste.
Ambos se vuelven en mi dirección y me señalan.
La respiración se me queda atorada hasta que finalmente puedo reaccionar, los evado y sigo mi camino directo a la cafetería.
Acto seguido busco el grupo de whatsapp que tenemos con mis amigas y les escribo que tenemos que hacer un repaso de lo que sea que haya sucedido antes, no puede quedar ningún cabo suelto luego de todo lo que hicimos por desesperación.
Acto seguido, llego a destino y recibo una respuesta al mensaje.
Un momento, no.
No es una respuesta de las chicas.
"Hey!! Nos vemos esta noche en la fiesta de Dixon? Tocarán mis amigos, vienes?? Puedes invitar a tus amigas (;"
No, no son ellas.
Es Jude.
Trago grueso al ver el mensaje porque él me gusta, me interesa y no quiero que quedemos como un montón de problemáticas con él.
Quiero darle mi mejor impresión, pero ¿así?
Me lo pienso hasta que contesto:
"Oye, qué bien! Me recuerdas quién es Dixon? Con mis amigas somos nuevas en esta residencia y estamos entrando en contacto con nuestros compañeros. Por cierto, qué te parece mejor otro plan que nos permita conversar y conocernos un poco mejor??"
Eso tampoco sería correcto.
Porque si termina por conocerme, sabrá que soy una criminal, que mis amigas son unas criminales y que toda mi historia familiar está plagada de mentiras y de horrores con los que yo misma no deseo lidiar.
Una persona normal pensaría que haber matado a Bruce en defensa de las chicas a las que él ha dañado pudo haber sido una decisión desesperada y excepcional.
Pero no lo es cuando tu padre tiene una sala de tortura con matones para cerrar negocios y te enseñaron desde chica a usar armas.Me vibra el móvil.
Me siento en la cafetería.
Observo la respuesta de Jude:
"Te propongo un plan aún mejor."
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GOOD GIRLS
Teen FictionCuatro chicas universitarias fingen ser de clase alta para filtrarse entre chicos ricos y hacerse de una fortuna, hasta que algo no sale como esperaban... Crueles, sanguinarias, seductoras, bienvenidxs a esta historia llena de mariposas, tantas que...