3. Cocina Gourmet

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—Traigan esa pizza que esta misma noche acabaremos con él.

Soy yo quien finjo salir al baño para revisar la gente a nuestro alrededor. La residencia cuenta con baños compartidos y con duchas deportivas así que aprovecho el tramo de un extremo al otro para revisar de manera lo más completa posible hasta acercarme a recepción donde descubro que está el tipo de recepción.

Un momento, ¿este sitio no tiene cámaras? Sospecho que no, al menos no se ven visibles. Pero si llegase a haber por motivos de seguridad, me vería de manera extraña así que lo mejor será no levantar algún tipo de suspicacia.

Me muevo en dirección al chico que atiende y le pregunto:

—Oye, ¿y apareció?

Él se vuelve a mí, su gesto se vuelve de desdén al descubrir que la que acaba de llegar soy yo. Quita los ojos de la pantalla de su computador para mirarme directo, asunto que seguramente le trae el recuerdo del mal momento que pasamos antes.

Observo a diestra y siniestra el espacio donde él atiende y la pantalla del computador no me muestra que haya alguna cámara escondida entre los pasillos.

—Eh, hola. Me temo que no por el momento.

—Oye, yo... Soy nueva en este sitio y con mis amigas nos quedamos preocupadas, queremos saber si estamos seguras aquí.

—Nada de qué alarmarse, no es la primera vez que un alumno se pierde luego de haber conseguido hongos de extraña procedencia.

—¿Bruce era de tomar hongos?

Se encoge de hombros.

—Oye, por cierto, no quería tratarles de ese modo a ti y a los oficiales antes. ¿Y si empezamos de nuevo? ¿Y si hacemos las paces?

—Yo estoy acá para atender a la gente que viene a quedarse, descuida, no me debes nada en absoluto.

—Sí, una disculpa. ¿Las aceptas?

—Tú lo has dicho, chicas solas y preocupadas.

—Ya. Bien. Gracias.

—Por las dudas váyanse con cuidado cuando les ofrezcan hongos.

—¿En serio es algo frecuente aquí?

Se encoge de hombros otra vez.

—Solo digo que algunos son muy buenos.

Parpadeo, asombrada. Acabo de entender la situación.

—Un momento, ¿acaso estás tratando de venderme...?

—Yo no estoy tratando nada contigo ni tu estás tratando nada conmigo.

A continuación saca algo desde debajo del mostrador y lo asoma en la superficie. Claro está que no tienen cámaras en este sitio si es él mismo quien vende las drogas.

Echo un vistazo a diestra y siniestra y me acerco al mostrador. Reviso el frasquito e intento mirar lo que hay dentro. Creo que nunca antes había tomado algo como esto, nada más a las pastillas del amor en una fiesta es lo máximo a lo que llegué por el momento.

—¿Cuánto pides por esto?

—¿Cuánto tienes?

—Tendría que revisar arriba...

Me corre el frasco del lugar y lo acerca a sí mismo.

—Quizá tenga unos billetes. ¿Cien?

—Trescientos.

—¿Trescientos dólares por esta cosa?

—Y estoy siendo generoso.

No es que me falte el dinero, tenemos mucho las cuatro, sobre todo yo. No porque lo hayamos generado de manera particular cada una por su parte sino que es robado. Todo.

Quizás el mío sea una pizca más legítimo.

Acto seguido busco unos billetes arrugados y los cuento delante de él. Se los dejo.

—Me faltan veinte.

—Me los traes luego.

—Sí, claro.

Sabe que no lo voy a hacer.

Me entrega finalmente el frasco con hongos y me le quedo mirando.

—¿Y para qué se supone que es esto?

—¿Qué cosa?

—El... Oh, ya.

Claro, nadie está hablando de hongos, ninguno le ha vendido nada al otro, todo acá es extremadamente normal.

Tendré que probarlo por mí misma, quizá las chicas sepan algo de cómo se usa esto, quizá algún amigo de Bruce luego moleste y esto sirva.

Al pensar en los amigos de Bruce, deduzco que las amenazas no han terminado ahí y considero comprarle burundanga al tipo de recepción, pero lo desestimo para no quedar en evidencia ya que la policía antes declaró que antes de desaparecer, creen que Bruce tomó de lo que le puso a la bebida con la que dormía a las chicas.

—¿Todo está bien?—me pregunta, aún sospechoso.

Miro el abrojo en su camisa y leo:

—Jimmy, ¿verdad?

—Así es.

Vuelve la mirada a su pantalla.

—Que tengas buenas noches, Jimmy.

—Sí, claro. Esconde ese frasco, no andes con eso así por todas partes—. ¿Qué sentido tiene si esto no es ajeno para nadie en esta residencia? Igualmente lo hago y él añade antes de que me marche—. Cuando quieras volar, búscame.

"Volar".

No sé hasta qué punto terminaré de entender los códigos con los que se maneja todo esto, pero el breve contacto con Jimmy me ha sido útil para saber por dónde tenemos que sacar a Bruce.

Una vez que llego a mi cuarto, descubro que las chicas han movido la cama.

El tipo está envuelto en aluminio de cocina y...

—¿Qué carajos?—suelto al ver la imagen.

Caridad termina con el aluminio y por querer quitarse un mechón de cabello de la frente, se mancha con un poco de sangre el rostro.

—Si no queremos que se descomponga y el olor nos delate muy rápido, hay que conservarlo como a un fiambre.

—Y esto lo tomamos prestado de cocina—. Nina me enseña otro rollo que ya está acabado.

—A veces me dan miedo, ¿saben?—le admito, palpando el frasco entre mis cosas.

Caridad se muestra halagada.

—Gracias, bebé. Paz ha ido a buscar su camioneta, nos espera por la salida de la conserjería. Por cierto, queda algo de pizza, ¿la llevamos?

GOOD GIRLSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora