14. El árbol de la ciencia del Bien y del Mal

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–¿Por qué estoy pensando en Dios?

–Porque esas flores son muy buenas.

–Me refiero a Dios en serio, me siento preocupada por mi alma.

Judas me mira.

Yo a él.

Y se ríe, pero yo apenas puedo esbozar una sonrisa, la situación no se me hace en absoluto divertida porque me siento preocupada por mi alma luego de haber cogido con él afuera de una fiesta con un montón de gente dando vueltas alrededor, pero a nadie le ha importado una mierda de lo que hicimos aquí.

Es del modo en que funciona esto, a final de cuentas. Por diversión. Pero con él... Con Jude hay algo más, algo que me fascina.

Ahora estamos fumando flores, sentados a orillas de la piscina y advierto que es super tarde.

–¿En qué momento se hicieron las cuatro de la mañana?–le pregunto a él.

Mira su móvil.

–Wao, quedan diez minutos para las cuatro, de hecho. ¿Volvemos a echar un polvo?

–Oye.

Termino mi cigarro armado y lo tiro a un costado de la piscina, aunque ya hay colillas en el agua que no fueron precisamente nuestras.

–Entonces, cuéntame cómo es tu relación con Dios–me propone.

–¿Acaso piensa confesarme, Padre?

–Claro, póngase de rodillas ante mí que se comerá de esta hostia y la bañaré con mi bendición. ¿Dónde la quiere?

–Que yo sepa, el agua bendita va en la frente.

–Y la leche bendita en la boca.

–Espero que haya quedado toda en el condón.

–Pinchado no estaba.

–Qué bendito alivio... Bueno entonces, sí, sí creo en Dios. Es decir, no en Dios. O sea, no de la manera religiosa en que se suele creer en Dios.

–Ya. Lo pillo.

–Una fuerza superadora, creadora, de la cual nosotros también podemos jactarnos en tanto beneficiados.

–¿Eh?

–Fuimos hechos a su "imagen y semejanza", ¿no?

–Yaaaa, qué loco eso, me gusta, entonces si nos parecemos a ese Dios creador, nosotros tenemos la posibilidad de ser creadores. Algo así como "eres el creador de tu destino" o algo así decía la biblia.

–¿"Eres el amo y señor de tu casa"?

–Eso mismo.

–Hay citas bíblicas que me gustan mucho–. Acto seguido saco una pastilla y la observo, es azul, está marcada por la mitad y tiene el dibujo de dos calaveritas a cada extremo. Recito una cita bíblica que en cierto modo es en dedicatoria a esta belleza–. "No comerás del árbol de la Ciencia del Bien y del Mal, mas el día que comieres de él...morirás sin remedio."

–Waoooo, mujer me encanta escucharte recitar citas bíblicas.

–Es porque estamos drogados.

Me la guardo a la pasti.

–Creo que ya está empezando a pasarse el efecto de la pasti.

–Entonces sí, es normal que empiece a preocuparme una vez más por la mierdera suerte con mi familia.

–¿A qué te refieres?

–Que estoy en una universidad que detesto, solo por seguir los mandatos familiares de tener que estudiar ciencias económicas, administrar empresas y eso. Preferiría tener mi propio atelier donde fotografiar desnudos.

–¿Estás de broma? ¿Eres artista?

–Ajá.

–Cielo santo, quiero ver algo tuyo.

–Si te portas bien, puede que te abra mi corazón, Catalina... ¿Catalina cuánto?

Que me abra su corazón.

Una parte de mí arde en el deseo de que realmente lo haga.

Solo me muerdo el labio inferior y estoy a punto de soltarle de manera automática mi apellido, pero ambos nos volvemos al centro de la pista cuando captamos un grito desgarrador.

–¿Y eso?–pregunta Jude.

–Carajo. Esa fue Caridad.

Me pongo de pie rápidamente y Jude no demora en seguirme el paso, mientras ambos andamos cargados de preocupación siguiendo el punto donde ambos acabamos de escuchar a Caridad gritando con desesperación.


Sí.

Ahora son bicicletas y un poco de sangre.

Pero todo esto empezó hace unas horas nada más, con el grito de pedido de auxilio de mi amiga Caridad.

Ojalá hubiese sabido lo que iba a suceder luego.

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