17. Fuego adentro

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–Te invito a mi boda.

–Ay, hermano...

–Si no vienes, sabes que Hyacinth se va a resentir mucho y que tanto mamá como papá moverán cielo y tierra con tal de traerte de regreso.

–No puedo, he iniciado una nueva vida.

–¿En base a qué? ¿Trabajas en McDonald's? ¿El dinero que robaste a nuestros padres te alcanza para toda una vida huyendo de ellos?

–No te importa lo que estoy haciendo.

Mi hermano a veces se pone denso hasta el hartazgo. Me ayudó a que sus matones se deshagan por completo del cuerpo de Bruce porque nosotras dejamos muchos cabos sueltos en el intento y él tiene los contactos expertos para conseguirlo.

Él y papá, los tiene gracias a que nuestro padre nos ha enseñado a ser implacables cada que ha sido eso necesario.

Ahora solo intento retomar mi vida con nuevo apellido en una universidad lejos de mi lugar de origen a la espera de que una oportunidad me diga que soy libre de hacer lo que yo quiera. No obstante, el muy astuto consigue plantarme la duda en mi cabeza de cómo rayos se supone que seguiré adelante con mi vida.

¿Me graduaré en Económicas? ¿Conseguiré trabajo, viajaré por el mundo y conoceré a un hombre que será el padre de mis hijos, trabajaré en la parte financiera de una firma que cotice en Bolsa y formaremos una familia luego de sacar una hipoteca a pagarse a lo largo de una buena parte de nuestras vidas?

La idea no me parece mala.

Pero no es para mí.

Simplemente eso: no es la mejor idea para mí caso.

–Catalina, las cosas se pondrán feas si no vienes y tendré que hablar si no lo resuelves tú. Me expone demasiado la situación.

–Oh, claro, siento mucho estar arruinando tu boda.

–No, pero lo harás cuando padre ponga un ejército de matones en la calle para dar contigo y traerte de regreso a Italia.

–Carajo.

Le sigo dando vueltas. Tiene razón.

Me termino de alistar para ir a clases y escucho que golpean la puerta al otro lado. Es Jude, me ha venido a buscar.

Hemos quedado de ir a clases juntos.

A final de cuentas, sí estoy intentando hacer vida de una chica universitaria normal, él es bueno conmigo, me hace sentir una pizca de culpa el saber que le miento también a él cuando no lo merece en absoluto.

–Debo colgar, Massimo. Prometo que me ocuparé del tema.

–Intenta que sea en esta semana porque en menos de dos semanas es mi boda. Te envié a tu vieja casilla de mail la invitación porque resulta que no puedo enviarte WhatsApps tampoco a tu nuevo número.

–No, tú no puedes. Ningún mensaje que venga desde Italia.

Termino por colgarle y me dirijo hasta la puerta para ver la cara más angelical de todas. Jude es tan lindo como peligroso para mi estatus de fugitiva.

–¡Eh, hola!–me saluda con una mano en alto. Tiene entre los dientes el papel de un porro que viene armando.

Le sonrío también.

Salgo con mi mochila con el computador, libro, anotador, boli, elementos personales y salgo de mi habitación para encaminarme con él hasta nuestra primera clase del día.

Al parecer, sí. Después de todo, sí puedo hacer una vida de chica normal con un chico normal en una clase normal.

–Bonita mochila–me dice, observando los brillos y las orejitas en los extremos.

GOOD GIRLSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora