La mente de Sid parecía sumergida en aguas oscuras y a lo lejos escuchaba una voz que repetía su nombre, una y otra vez. Lentamente fue recobrando la conciencia y cuando abrió los ojos, lo primero que vio, fue el rostro de Nyx.
—Fuiste muy valiente y muy tonto al luchar contra ese árbol. Casi te mata.
—Solo quería salvarte.
—Gracias —Nyx le acarició el cabello y lo besó en los labios fugazmente.
— ¿En dónde estamos?
El muchacho contemplaba extrañado aquel sitio, que era tan diferente al resto del bosque, sobre todo porque los árboles allí eran frondosos y habían flores por doquier.
—Las hadas nos rescataron y curaron tus heridas.
—Tenemos que irnos, ahora mismo.
—Pero...
—¿Acaso has olvidado que nos atacaron?
—Quizás fue un malentendido. Será mejor que hables con la reina de las hadas.
El muchacho se levantó del suelo dispuesto a marcharse. Nyx le suplicó que al menos escuchara a la reina y logró convencerlo, gracias a la promesa de que iría con él hasta el fin del mundo, después de la conversación.
El hada reina era más grande que las otras, casi alcanzaba el tamaño de una paloma y sus alas eran de color púrpura con vetas negras. Sid retrocedió cuando ella se acercó volando y con el correr de los minutos, pasó de la desconfianza al desconcierto, mientras la reina le hablaba sobre un niño, que había sido elegido por las fuerzas de la naturaleza, para ser quien le pusiera fin a la oscuridad maligna con la cual la reina Cyarda, intentaba apoderarse de la tierra en donde habitaban.
—Ese niño con la señal del sol eres tú.
—Soy solo un huérfano y Sephira...
—Imagino que la hechicera quería alejarte de aquí, para evitar que los darkblins te asesinaran —agregó la reina.
— ¿Darkblins? —espetó intrigado.
—Son criaturas horribles que trabajan para la reina Cyarda —respondió Nyx.
— ¿Tú ya sabías todo esto?
—Creí que solo era una profecía falsa. No sabía que eras tú a quien mi...—muy nerviosa bajó la mirada —... Mi madre desea exterminar.
— ¿Tu madre?
—No intentábamos alejarte de Sephira, si no de la princesa oscura, aunque ella afirma que no tiene malas intenciones —agregó la reina.
Los ojos de Sid se cristalizaron y un sabor amargo le inundó la boca. No podía creer que Nyx le hubiera ocultado su identidad.
—Me alejé del castillo hace mucho tiempo, no tengo nada que ver en los asuntos de mi madre. Sid, por favor, tienes que creerme —dijo volviendo a mirarlo.
Inesperadamente, un grupo de criaturas extrañas aparecieron. Los darkblins eran de estatura muy alta, sobrepasando al muchacho por varios centímetros, y sus cuerpos antropomorfos estaban cubiertos por una piel escamosa. Los ojos eran de un color amarillo brillante y unos colmillos filosos, asomaban amenazantes en sus bocas enormes.
Antes de que Sid reaccionara, un par de darkblins lo redujeron en el suelo a golpes. Iban a matarlo y Nyx, desesperada, intervino, pero una de las criaturas la apartó de un empujón que la arrojó unos cuantos metros. Por su parte las hadas peleaban con todo su poder, aunque los seres oscuros parecían inmunes a los ataques, e incluso el poder de la reina no bastaba para detenerlos.
Nyx se levantó aturdida pero dispuesta a luchar por Sid y tomando una rama golpeó al darkblin que la había empujado, no obstante este le respondió, dándole un zarpazo que le desgarró el vientre.
En medio de la vorágine de golpes el muchacho consiguió ver a Nyx, que yacía tendida en el suelo, herida de muerte y soltó un alarido que resonó en todo el bosque. Ella había arriesgado la vida para salvarlo, como así también Sephira se había sacrificado por él y las hadas a pesar de la desventaja seguían peleando. Todo el dolor que Sid sentía se transformó en furia y la marca del sol entre sus ojos comenzó a brillar tan fuerte, que las criaturas que no lograron huir, perecieron abrasadas por el fuego de su ira.
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Writober 2023
ParanormalRelatos de terror para disfrutar durante todo el mes de octubre 🎃