Capítulo: 30

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— Lina amor, ¿estás enojada? - esa pregunta se debe a que no te he pronunciado palabra en el trascurso del camino.

Y es verdad no le voy a perdonar haberme dejado como una necesitada.

No voy a responderle y si estoy en este auto es porque me obligó literalmente.

— Tienes que hablar Lina Anderson.

Que ganas de darle una bofetada y bajarme, pero eso no puedes hacerlo Lina. 

Dejo de insistir y se lo agradezco, a hora solo quiero ver a Fernanda me hace una falta, y de paso Larry desapareció. 

Llegamos a la empresa y todo está como lo vi la última vez. 

– ¿Qué vamos a hacer acá? - me sonrió victorioso y no soporto qué piense que ganó. 

— Sabía que tenías que hablar. Estamos acá porque tengo asuntos pendientes y sobre todo hace mucho no vengo. 

No respondí, es un egocéntrico y entiendo si es verdad que ya casi no viene o eso dicen las revistas. 

Entramos y todo está increíble, elegantes y sobre todo muy apurados, una mujer delgada, rubia, y con una colección de papeles sobre ella viene corriendo sobre nosotros como desquiciada. 

– ¡Señor Scott! Señor, que bien que lo veo necesito que por favor firme unos papeles - se escucha agitada y sobre todo muy apurada. 

— Señorita Salomé, ¿está todo bien? - la mujer pestañea, apenada y le extendió los papeles, Edward, los agarro y empezó a leer. 

– Discúlpame, señor, estoy atareada, tenemos muchos retrasos en los pagos de algunos puntos, y sobre todo salarios porque un jefe renunció, pero con sus firmas el trabajo bajara. 

— Gracias, señorita, siga con su labor. 

Edward caminó hasta el ascensor y la mujer desapareció y ni tiempo de despedirme, pero no la culpo, yo no vería a nadie si fuera ella. 

Subimos hasta su nivel y Sharon está muy… ¿Preocupada? ¿O cansada? 

Como la mujer de abajo, Sharon se le ilumina el rostro al ver a Edward y corre hacia él con papeles. 

– Señor, que bien que lo veo estaba marcando a su apartamento tenemos problemas - Edward se tensa y Sharon voltea a verme y sonríe – Qué vergüenza, señorita Lina, ¿cómo se encuentra?

Al menos me saludo qué educada iba a responder, pero Edward se adelantó. 

— Qué paso Sharon, ¿cómo que el jefe de los puntos renunció? - la pobre trago grueso y saco una tableta y empezó anotar.

– Señor lamentando comentarle qué su tío el señor Vicent ha vendido el 5% de las acciones a un comprador e inversionista italiano, también el 7% de la firma de abogados, qué usted adquiere a una firma rusa - Sharon retrocedió y me hizo señas de que también lo hiciera. 

Mire a Edward y sus puños están cerrados, ojos rojos, y su mandíbula se marca tanto que siento que estallara y como un reflejo también me aleje. 

Maldijo tan fuerte que mi corazón se aceleró, empezó a caminar por todo el pasillo y sentí miedo, agarro un jarrón y lo estalló sobre una oficina qué veía como vacía. 

Sharon empezó a marcar desde el teléfono, y no sé qué hacer, Edward está endemoniado, ¿qué hago? ¡Mierda! 

– Señorita Lina, el señor Larry dijo que ya mando a alguien ayudarnos y que él está llegando de un viaje. 

Solo escuché los golpes de fondo, qué producía Edward, los empleados empezaron a salir y ya era suficiente, tengo que actuar. 

— Sal de tu agujero maldito, ¡te voy a matar! Nada podrá salvarte infeliz gusano. 

Sometidas Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora