Capitulo: 27

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Lina

Desperté algo aturdida por un sueño donde era apuñalada por un hombre, y gritaba una y otra vez mi bebé, estoy exagerando con todo este asunto.

Mire al lado de la cama y esta Edward profundamente dormido, tiene sus mejillas y frentes sudadas, ¿qué hora es?

Me levanté a mirar por la ventana y sigue muy oscuro, y está lloviendo.

— ¿Amor? - dice entre dientes Edward, la palabra amor me revuelca algo en el estómago y no puedo evitar recordar a Julián él me decía así.

– Dime cariño - me acerqué de nuevo a él y con una agilidad impresionante me agarro de la cintura dejándome debajo de él.

— No intentes escapar muñequilla, a demás tenemos toda la noche para desestresarnos.

Solté una carcajada mirando su rostro, solo visualizo pequeños mechones de su cabello y sus ojos que tienen un brillo especial.

– Me estás pidiendo tener sexo ¿mientras estoy preocupada por Fer? - asintió repetidas veces sonriendo muy satisfecho.

— Es lo mínimo que merecemos ¿no crees? - hundió su cabeza en mi cuello besándolo y logrando que un espasmo de deseo se encendiera enseguida.

– Eso... Es justamente lo que necesito, te necesito a ti, sentir que eres mío - dejo mi cuello para unir sus labios en los míos con un beso feroz, pase mis manos por su enorme espalda, y ya necesitaba más.

Dejo mi boca para buscar mis pechos y desabrocho la camisa sin problema, agarrando uno con la mano derecha y envolviéndolo en su boca, subí al cielo y mi respiración ya empezaba a regularse.

Quería gemir, quería gritar sin censura, necesitaba más.

– Edward por favor sigue necesito que sigas - me miró unos largos segundos besándome antes de bajar y deshacerse de los pantalones.

Sentí su respiración en mi entrepierna y no pude evitar gemir y arquear la espalda, mis manos se aferraron a la cama, pero no paso nada me quede esperando.

— Necesito que digas que eres mía, solo serás mía - es idiota no dudaría nunca en saber que soy de él.

– Hazme tuya para ganarte esa afirmación - alzó su rostro y la pequeña luz de la habitación me dejo ver una sonrisa malévola.

— ¿Recuerdas como estuvimos hoy en mi apartamento? - Asentí sonriendo por el recuerdo.

– Si, como olvidarlo.

— Entonces muñeca será distinto será mucho mejor - la palabra mejor me emociona.

– ¿Con distinto a que te refieres?

— Ya lo verás.

No dijo nada más y se deshizo de mi braga en segundos volvió agacharse y volvió a resoplar en mi vagina qué a este punto debe ser un mar.

Paso su lengua por mí y el placer qué recorría mi cuerpo me hacían olvidar todo respire hondo para no gemir, pero se me hará imposible.

Siguió sus maravillosos movimientos, uno tras otro, mordidas, chupadas, besos y mi punto máximo estaba a otro más y llegaba el anhelado orgasmo.

Pero se detuvo, mi cuerpo se aflojó y el enojo me invadió como me hace esto.

— Todavía no muñeca.

Se quitó la camisa dejando ver sus pectorales, y perfecta piel a mi vista, a mis manos necesitaba el tacto de su cuerpo sin ropa, se deshizo del pantalón y bóxer.

Sometidas Al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora