No desperté hasta el otro día y todo por causa de mis nervios. Los recuerdos de hace casi once años me invadieron y el creer que podría recibir un disparo nuevamente y morir me hizo caer en la inconsciencia.
Hay muchas cosas que odio actualmente —como el matrimonio concertado—, pero por más que hayan cosas que odie, no quiero morir y mucho menos estando tan joven.
Emma pasó todo el día conmigo y aunque Alonzo vino por ella, insistió en quedarse hasta que yo estuviera bien y realmente lo agradecí, ya que Eduardo ha estado todos estos días con papá porque parece que algo anda mal en los negocios y mamá es la peor persona para consolar.
Desde el atentado hasta ahora, pasaron los cuatro días que faltaban para la fiesta y hoy treinta de junio estoy cumpliendo mis veinte años y la mansión parece estar preparándose para recibir al mismo presidente, estuviera feliz si supiera que esto lo están haciendo por mí, pero es obvio que es para los negocios de mi padre.
Anoche quiso hablar conmigo, pero Eduardo se lo impidió y al parecer las cosas entre esos dos están demasiado tensas.
—Viviana, necesito hablar contigo —tal parece que mis pensamientos han atraído a mi hermano.
—Hoy no puedo acompañarte a ningún lado, pero estoy segura de que Livia vendrá —digo.
—No es eso, ¿puedes venir un momento? —Parece que algo lo está preocupando de gran manera, lo que me hace preocuparme.
¿Está en problemas?
Eduardo empieza a caminar hacia uno de los pasillos que parece estar más solo.
—Debo decirte algo y quiero que en cuanto comience la fiesta no salgas de tu habitación, por más que papá insista.
—¿Es tan grave? —pregunto.
—Más de lo que crees —confiesa.
Bueno, ¿Qué puede ser más grave que casarme con un socio de papá? Espera, esto es lo que le preocupa a Eduardo, que papá me comprometa a uno de sus socios.
—¿Lo sabes? —pregunto con nerviosismo.
—Solo haz lo que te pido, no salgas de tu habitación.
—¿Qué tan malo es el hombre que escogió papá para que tú me estés pidiendo que me esconda? —pregunto, pero este me ignora—. Sabes que aunque me encierre, nada detendrá a papá de entregarme a su socio.
—Estoy planeando como sacarte de aquí, solo prométeme que no saldrás —su voz es casi un susurro, mira detrás de mí y sé que papá está ahí.
—¡Eduardo! —papá se escucha furioso.
—Promételo, Viviana —pide nuevamente.
—Te lo prometo —digo, aunque no creo que mi promesa sirva de algo.
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El Contrato. © [EN PROCESO]
RomanceTercer libro de la serie amores de la mafia [EN PROCESO] Crecer como la hija de uno de los capos de Italia solo tiene una ventaja -tener un matrimonio asegurado-, y para mí no es una ventaja porque tener matrimonios concertados solo te convierte en...