Alessandro me trajo hasta la improvisada habitación que tiene en esta villa y si no supiera que esto es simplemente una estancia rápida, diría que la habitación ha sido ocupada por él durante mucho tiempo.
Las cortinas son gris igual que las sábanas de seda que cubren la cama, a cada lado hay un nochero, la pequeña mesa que hay en una esquina de la habitación está llena de sus cosas. Su olor combinado a madera con canela llena toda la habitación haciendo que me embriague poco a poco.
—¿En qué estás pensando? —giro mi cabeza para poder mirarlo.
—Nada.
—Mentirosa —dice—. Quiero que cuando estemos los dos solo pienses en mí, no quiero que tu mente esté ocupada en otras cosas.
—¿Tú harás lo mismo?
No sé qué me pasa con Alessandro, mi boca no puede estar callada y siempre quiero tener algo para contrarrestar lo que sea que me diga.
—Incluso si no estoy contigo estoy pensando en ti —se aparta del marco de la puerta y camina hacia mí con la seguridad marcada en sus pasos—. Estoy jodido desde que te vi Viviana, mi mente no deja de pensar en ti.
Es realmente loco lo que me dice y aún más loco que a todo de mí le guste lo que acaba de decir.
—También pienso en ti incluso cuando estamos a kilómetros de distancia —confieso.
Pensé en él durante ocho meses sin imaginarme que hoy estaría aquí a punto de consumar nuestro matrimonio.
—Realmente me gustas —dice en un susurro.
Me pone de pie haciendo que mi cuerpo choque con su pecho. Sostiene mis manos con una de las suyas, mientras que con la otra recorre mi cuerpo. Sus ojos nunca se apartan de los míos y puedo ver todo el deseo que tiene en este momento a través de ellos.
Seguramente él también pueda notar que lo deseo como nunca he deseado a otro hombre.
—Déjame tomarte como quiero —dice—. ¿Puedo tomarte de la manera en la que estoy pensando?
Debería tener miedo, pero es lo que menos siento en este momento. Debo decirle que no porque si acepto, eso significa que solo él podrá tocarme y mis manos estarán alejadas de su cuerpo.
—Sí —esa palabra sale de mi boca antes de que la pueda procesar en mi cerebro.
—Merda tesoro.
Los labios de Alessandro se unen de una manera posesiva a los míos lo que hace que mi cuerpo se encienda al instante, mi centro palpite y mis bragas se mojen a la velocidad de la luz.
—Vamos a consumar nuestro matrimonio aquí porque no aguantaré hasta que lleguemos a nuestra casa, pero te juro que cuando regresemos a Sicilia te voy a hacer el amor en cada parte de nuestra casa para que cada vez que mires el comedor, el baño, el lavado o cualquier otro lugar recuerdes que ahí te hice mía.
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El Contrato. © [EN PROCESO]
RomanceTercer libro de la serie amores de la mafia [EN PROCESO] Crecer como la hija de uno de los capos de Italia solo tiene una ventaja -tener un matrimonio asegurado-, y para mí no es una ventaja porque tener matrimonios concertados solo te convierte en...