Cuando me desperté lo hice porque sentí algo delicioso, era como si estuviera soñando que Alessandro tenía su boca en mi coño, pero al abrir mis ojos me di cuenta de que no era un sueño, efectivamente Ale me estaba haciendo un oral mañanero.
Después de eso no pude dormir y deseaba montar la pollo de Ale, pero él tuvo que salir con urgencia dejándome en la cama desnuda y con muchas ganas de follar, así que tuve que bañarme con muchísima agua fría para calmar mis hormonas.
Cuando estuve lista salí de la habitación y resulta que mi hermana y mis amigas estaban desayunando lo que les había hecho Giulia —resulta que no soy tan madrugadora como pensé, Alessandro tenía razón— me uní a ella y después de que terminamos nos marchamos directamente al centro.
No he podido salir mucho, ya que no estoy acostumbrada a hacerlo sola, así que aproveché y recorrí junto a ellas algunos de los lugares que nos aparecía en internet para visitar.
—Todo aquí es hermoso —dice mi hermana admirando las arañas que cuelgan sobre las mesas—. Me llevaría esto para mi casa si pudiera-
—Lo mismo pensé la primera vez que estuve aquí.
¿Cuántas veces has venido? —pregunta Serena.
—Muy poco, con Ale solo hemos estado tres veces.
Llevo tres semanas en Sicilia y ya he venido cuatro veces con Ale, la última vez que estuvimos aquí fue hace tres días y disfruté mucho comer pasta allá noma aunque es el plato más sencillo del restaurante, disfrute cada bocado.
—Eso es bueno, no te tiene encerrada en ese enorme apartamento que parece una mansión —menciona Livia.
—Nunca me he sentido encerrada, además Ale ha dejado claro que soy libre, puedo ir donde y cuando quiera.
—Con ellos nunca nos sentimos prisioneras, Alonzo es igual, nunca me limita las salidas, aunque me gusta estar más con él.
A mí también me pasa lo mismo, si Ale está en el apartamento prefiero estar junto a él.
—Señora Lucchese, es agradable tenerla aquí dos veces en la semana —miro hacia donde está Antonio hablándome.
—Quería traer a mi hermana y mis amigas a que conocieran el mejor restaurante de Sicilia.
—Es un orgullo para mí que piense eso de este pequeño lugar.
—No es tan pequeño, tiene mesas para albergar a más de cincuenta personas —dice Serena—. Es muy hermoso el lugar, señor.
—Gracias señorita —la mirada de Antonio vuelve a mí y le sonrió—. Enviaré arancina para que disfruten mientras preparo lo que van a comer.
Livia y Emma pidieron cannolo, Serena quiso probar el cous cous de pescado, mientras que yo me pedí nuevamente una pasta allá noma. Cuando Antonio se marchó al rato vino uno de sus chicos con nuestras bebidas y la arancina que nos prometió Antonio.
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El Contrato. © [EN PROCESO]
RomanceTercer libro de la serie amores de la mafia [EN PROCESO] Crecer como la hija de uno de los capos de Italia solo tiene una ventaja -tener un matrimonio asegurado-, y para mí no es una ventaja porque tener matrimonios concertados solo te convierte en...