☠|CAPÍTULO VEINTIUNO

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Aún estoy enojado y estoy seguro de que mi enojo hacia Francesco nunca terminará

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Aún estoy enojado y estoy seguro de que mi enojo hacia Francesco nunca terminará. El hombre me cabreaba con solo verlo, pero ahora que sé lo que es capaz de hacerle a sus mujeres, solo hace que mi deseo de asesinarlo incremente.

La mejilla de mi mujer aún está colorada y podría jurar que mucho más de lo que estaba cuando la traje en la mañana.

Joder, no pude matar a Francesco en ese momento porque Tomasso intervino y fue lo mejor, ya que Viviana no se casaría conmigo entonces la tendría que haber raptado porque sobre mi cadáver se quedaría en esa mansión un minuto más.

Miro a mi padre cuando menciona algo haciendo que mis pensamientos cambien al instante. Compruebo la hora en mi reloj y siento que Viviana se está demorando más de lo necesario.

—Regresaremos mañana, ¿verdad?

—Sí, ya el vuelo está programado para el medio día —digo—. Cambie la ubicación de la pista, no quiero que Francesco se salga con la suya.

El hombre no se quedará de manos cruzadas y más sabiendo que me estoy llevando a su hija sin dejarle algo que le asegure que trabajaré con él.

Solo le enviaré dinero, pero ninguno de mis hombres prestará sus servicios para una rata como él.

—Ahí viene —murmura, me giro y siento que la sangre se drena de mi cuerpo.

Viviana viene junto a su hermana la cual se aparta de ella y camina hacia su esposo dejando que mi mujer se paralice por un momento.

Miro a la mujer que en pocos minutos se convertirá en mi esposa, mi padre y el juez se apartan de mí dejando el espacio para que ella se acerque —ella es realmente hermosa—, luego de sentir que el mundo entero se detuvo y las personas de la habitación desaparecieron dejándome solo con mi mujer, ella empieza a caminar hacia mí.

Debo hacer este matrimonio de la manera que ella se lo merece. Debe entrar a una iglesia y dar un sí porque es lo que quiere, no porque se sienta obligada.

—Claro, solo Vi puede dejar mudo a nuestro hermano —habla Gia con la seguridad plasmada en sus palabras.

No mentiré, Viviana se ve perfecta —siempre lo está, así que no minimizaré esto— mi mujer reanuda su paso y quiero acercarme a ella y traerla junto conmigo de una vez. Los cuatro pasos que nos separan se sienten como una eternidad, así que me permito imaginar cómo se vería ella caminando de blanco por un largo pasillo hacia donde yo la espero.

Mi imaginación se desvanece cuando ella se para frente a mí terminando de apoderarse de todo mi campo visual

—Cuando firmemos el maldito papel voy a llevarte a la habitación y arrancaré ese vestido de tu cuerpo para luego convertirte en mi mujer —susurro para que solo ella me escuche.

El cuerpo de mi mujer tiembla levemente mientras se muerde su labio inferior, al parecer mis palabras no le molestaron, al contrario, se debe estar imaginando lo que voy a hacer en las próximas horas.

El Contrato. © [EN PROCESO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora