Cuando aterrizamos en Sicilia sentí un poco de alivio porque ya estoy en mi ciudad y más del noventa por ciento de los hombres me son leales, además si Francesco decide atacarme tengo los recursos suficientes para defenderme y proteger a mi mujer.
—Debes cuidarla —insiste mi madre al separarse de mí—. Con tu vida si es necesario, pero debes proteger a esa mujer.
—Hice una promesa cuando me case con ella y la cumpliré hasta el último de mi suspiro.
—Si digo que con tu vida es para que estés eternamente con ella, no la dejes sola.
—Creí que no estabas de acuerdo con esto.
—No lo estaba hasta que la conocí, es la mujer que mereces —acaricia mis mejillas como siempre lo suele hacer—. Ambos se merecen.
—¡Niñas! —mi madre llama a mis hermanas que aún están hablando con Viviana—. Debemos irnos, tenemos muchas cosas por hacer.
Las tres caminan hacia nosotros, mientras mis hermanas se acercan a mi madre, Viviana se queda a mi lado.
—¿No iremos con ellos?
—No, te dije que no vivo con mis padres, iremos a lo que será nuestra casa los próximos meses hasta que logremos comprar lo que se convertirá en nuestro hogar.
—Iremos a visitarte a menudo, también puedes venir a la mansión —propone Gia.
Viviana me mira esperando una respuesta de mi parte, pero ella no tiene que esperar a que yo le conceda un permiso, ya que no es prisionera, no conmigo.
—Puedes ir a donde quieras —sostengo su mirada que parece sorprendida—. Solo pido que me avises donde estarás, no quiero que te pase nada.
—Gracias.
Sonríe tímidamente y luego mira a mis hermanas quienes le sonríen.
Me gustaría poder trasladar a sus amigas a esta ciudad para que ella no se sienta tan sola y pudiera tener alguien que siempre está ahí para ella aparte de mí.
—Hoy quiero llevarla a un lugar.
Quiero llevarla a un lugar donde por fin podamos estar los dos sin los hombres de su padre, algo que por fin se sienta nuestro.
—Entonces te llamaremos en el transcurso de la semana para que agendemos algo —comenta mi madre.
—Eso estaría bien.
—Bienvenida a nuestra ciudad, espero que te adaptes muy bien aquí —menciona mi padre acercándose a mi madre—. Debemos irnos, tengo cosas que hacer.
—Llámame si llegas a necesitar algo de mí —mi madre abraza a Viviana en señal de despedida y las gemelas hacen lo mismo.
Espero a que mis padres se marchen junto a mis hermanas para así poder tomar el rumbo hacia mi apartamento que por ahora va a ser también el de Viviana.
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El Contrato. © [EN PROCESO]
RomantizmTercer libro de la serie amores de la mafia [EN PROCESO] Crecer como la hija de uno de los capos de Italia solo tiene una ventaja -tener un matrimonio asegurado-, y para mí no es una ventaja porque tener matrimonios concertados solo te convierte en...