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"¿Feng Xin?" -Jing Gao le llamó, el castaño fumaba en uno de los balcones del enorme salón, pero, parecía no querer entrar de nuevo, se veía molesto, y aunque su asistente lo conocía lo suficiente para saber a quien se debía su molestia, prefería tentar el terreno primero-. "¿Estás bien?"

"No sé porque mierda no debería de estarlo" -Ahí estaba, el tono mordaz que no era tan propio de él (exceptuando la grosería)-. "Entremos, no me dejarás en paz hasta que lo haga"

Los dorados ojos del castaño brillaban de furia, que Jing Gao no estaba seguro si se debía a molestia o a celos.

¿La razón? El bonito platinado con el que se la pasaba discutiendo, llevaba ya un buen rato en la mesa de Pei Ming, el mayor incluso lo había sacado a bailar varias ocasiones, sin evitar mirarle algo socarrón derrepente.

Y al parecer, Feng Xin no era el único molesto, la verde mirada de Shi QingXuan brillaba diferente, ante los ojos de cualquiera, no pasaba nada, pero Feng Xin conocía un poco al duque, no solo era incomodidad lo que sus ojos transmitían.

Y aquello, ayudó al castaño a distraerse, ¿Acaso QingXuan sentía algo por el imbecil de Pei Ming? No se necesitaba ser un genio para notar al líder de los dragones más atento hacia el menor, pero Feng Xin suponía que se debía al cariño que le tenía a su fallecido hermano, esa relación complicada con Shi WuDu que aún a la fecha, el líder dragon evitaba mencionar.

Feng Xin la conocía, tal vez demasiado bien, en el bajo mundo no es sencillo tener amigos, pero, al menos si buenos conocidos, que se guardaban secretos de vez en cuando y conversaban de cosas incómodas también. Fue en una de esas ocasiones, que el enorme y temido Pei Ming lloró, borracho hasta la médula, y triste de igual forma, porque el amor de su vida había sido asesinado.

Feng Xin lo apoyó, lo consoló y guardó el secreto, incluso a la fecha, solo lo sabía el rey diablo.

Por eso el nivel de su sorpresa, al ver al bonito ojiverde mirarle, añorando y esperando por él.

"¿Qué tanto vez a QingXuan?" -El casi susurro sobre su oído lo hizo dar un respingo, esta vez si lo encontró distraído y por el aroma del contrario, ya llevaba unas copas sobre él-.

"No debería de importarte una mierda, estabas casi en las piernas del imbecil de Pei Ming" -Feng Xin giró a encarar al precioso platinado, que no se inmutó, ni siquiera se molestó en rodar los ojos, sólo tomó su mano poniéndolo de pie y llevándolo hacia la pista de baile-. "¿Ahora qué mierda quieres?"

"Es la boda de nuestro mejor amigo, y quiero bailar contigo, imbecil" -Feng Xin apretó la mandíbula, pero aceptó, tomando delicadamente la cintura del contrario, aún con cierto espacio que parecía enorme. No fue hasta que el platinado elevó una ceja, qué lo atrajo bruscamente hacia él, haciéndole sonreir muy ligeramente-. "¿Por qué veías tanto a QingXuan?"

"Creo que siente algo por Pei Ming" -La sorpresa no tardó en aparecer en el rostro del heredero pero que cambió a una mueca algo divertida al notar que el otro no le veía, pasaba su mirada entre los otros dos-.

Mu Qing en cambio, le veía atento, a decir verdad quería reírse, se trataba del líder más temido del bajo mundo, y en esos momentos parecía querer unir ideas de un chisme que él solo había descubierto. Las ganas de Mu Qing de besarle, aumentaron, incluso tuvo que morder el interior de su mejilla por aquello.

"¿Tú que tanto hacías con Pei Ming?"

"Me debe dinero" -Feng Xin qué ya le miraba de nuevo, parpadeó repetidas veces por la sorpresa, jamás se imaginó que Pei Ming debiera dinero, y menos al hederero-. "Apostamos"

El castaño asintió, la molestia que tenía de un rato atrás desapareció, al mismo tiempo que la canción terminó, y ambos regresaron a su mesa, casualmente la misma, que les asignó Xie Lian a unos pasos de la propia. Aun así, ninguno soltó la mano del otro hasta llegar, sentándose juntos también, con naturalidad y gracia que agradecían internamente el que los demás fingieran que nada de eso ocurría.

HEART (fengqing)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora