18 Miedo

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Camila

No debería molestarla. No con algo tan ridículo y cuando su esposo está perdido. Dios, podría estar muerto y sería mi culpa. Pero no sé dónde más ir.

Corro escaleras arriba antes de que alguien pueda ver que estoy llorando. Abro la puerta del cuarto que era de Frank hace como diez años. Valentina esta sentada sobre la cama, entre fotografías. Levanta la mirada cuando escucha la puerta cerrarse.

—¿Bebe? —Con un gesto rápido se limpia las lágrimas de las mejillas y se levanta para tirar de mí hacia la cama—. ¿Qué pasó? ¿Están todos bien?

Parece tan ridículo.

—Es... —Mi voz sale quebrada. abrazo a mi hermana como lo hacía de niña cuando me molestaban, como un koala que se aferra a una rama—. Es tonto.

Valentina me acomoda el cabello y sacude la cabeza.

—Cami, no puedo creer que es tonto si vienes llorando.

—Tú no lloras —murmuro.

Me acuesto boca arriba en la cama. La única luz viene del alumbrado público de la calle. Valentina ríe y se acuesta a mi lado.

—Porque soy así, no me gusta llorar y que me pregunten qué me pasa. Y porque sé que Frank está bien, lo sé —dice con una fe y una tranquilidad que envidio—. Dime que te pasa. ¿Sabes qué?: mejor dime que te hizo Damon.

Mi hermana no llora, no tanto. Pero es como un fósforo cuando se trata de su familia.

—¿Cómo sabes...

—Vi por la ventana —me interrumpe—. Dime que te pasa, niña, o te hago cosquillas.

—No sé. No sé qué me pasa —gruñó y me cubro con la almohada—. Todo estaba bien, luego ...luego se acercó y yo salí corriendo.

—¿Se acercó cómo? —pregunta, buscando lo que yo no pensaba decirle y que, de todas formas, voy a terminar diciéndolo—. ¡A besarte! —chilla como para que toda la casa la escuche.

Mi cara se enciende y me giro para sepultar mi nariz en la almohada. Esa es toda la confirmación que necesita,

—¿Por qué huiste? Cami, se ve que te gusta a la legua. — Valentina me hace rodar a un lado para poder verme y así evitar que le mienta.

—No sé —estallo y me siento sobre la cama con la almohada sobre mis piernas cruzadas—. ¿Por qué sabía lo que iba a pasar? No es que no quería, pero no sé. ¿Me gusta? Tina, no sé si me gusta. Digo, tal vez, puede ser. No lo había pensado. O sea, sí, pero no quería. ¿Me gusta?

— A la legua —dice Tina con una sonrisa que me recuerda a la de mamá.

Pero es verdad. Solo no me di cuenta. No me di cuenta de la forma en que se retorcía mi corazón cuando estaba cerca y como entraba en huelga cuando me abrazaba. Supongo que me gusta. No hay otra conclusión posible.

—Odia todo eso Tina; cree que es algo estúpido y no sé, no quiero que sea un juego. Salí corriendo y no sé si eso es peor porque ahora tal vez lo lastime a él y ahora yo soy la que juega. Tinaaaaa.

Sacudo a mi hermana que tiene la vista fija en el techo y el planetario que Frank tenía pintado. Ojalá esté bien. Frank era dulce como los pasteles que tanto disfrutaba cocinar. Frank es todo eso.

—¿Se lo has preguntado? —suelta Valentina a la oscuridad—. Digo, no sabes lo que él siente, ¿o sí? Porque desde aquí arriba los dos se veían igual de enamorados.

—Cállate. —La empujo para que caiga de la cama. Valentina se levanta entre quejas y risas—. Dije que me gusta, no que estoy enamorada.

—Hablo en serio; ¿qué es lo peor que te puede decir? Lo que ya asumiste. —Valentina recoge las fotografías del suelo y de la cama, se acomoda el cabello y enciende una lámpara azul en el velador—. No te digo que ahora, solo digo que la mayoría de veces asumimos cosas basadas en el pasado. Damon es un imbécil, Cami, pero no es Tommy.

Error 410: Sueños RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora