Los sueños cuando se cumplen

11 3 1
                                    

Las luces caían sobre el público que esperaba su entrada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las luces caían sobre el público que esperaba su entrada. Sus voces se alzaban entre gritos de emoción, puntos de luz de los celulares y un mar de personas que gritaban su nombre y llevaban su nausea a otro nivel. Se aferraba a la cortina como un niño con ojos brillantes y el corazón tan acelerado que bien podría acabar en la ambulancia parqueada tras las puertas del coliseo.

-Cinco minutos - le avisó un extraño con audífonos y cables de sonido en sus manos.

Trago el aire que lo ahogaba, sus manos buscaron su pulso en su cuello, aunque el reloj ya hacia eso por él. Buscó sus ojos en el espejo de la mesa en que lo habían maquillado y arreglado su cabello, pero no los encontró, el lente de contacto no le dejaba verlos.

El mundo se tambaleaba como en un parque infantil mal diseñado. Apoyó las manos en la mesa y cerró los ojos con fuerza. No podía desmayarse.

Nunca imaginó esto

Nunca imaginó que estaría solo.

Abrió los ojos al espejo al hombre que lo miraba, al niño emocionado, al adolescente que solo quería salir corriendo. Por el rabillo del ojo vio un muchacho con el cabello colorido. Se giró esperando ver a Mat.

Su nombre estaba en las pantallas, su primer concierto estaba en todas las redes. Todavía tenía la estúpida, inocente esperanza de que su mejor amigo, su hermano mayor, alguien, viniera a verlo.

Su respiración se detuvo en el instante en que esa esperanza se destruyó.

-Tienes que salir ya-le avisó el mismo encargado de audio tomándolo por el brazo hasta la entrada del escenario.

Sus manos temblaban, sus ojos habían dejado de ver nada en absoluto. Quería llorar más que sonreír. Esto no era lo mismo que un bar o una cámara o nada. No podía hacer esto.

Cerró los ojos. Se supone que esto era su sueño.

Dio un paso y con el siguiente dibujó la sonrisa perfecta. Se paró en frente de toda esa gente, tomó el micrófono, lo alzó en el aire y los gritos, los aplausos llegaron a sus oídos como si estuviese bajo el agua.

- ¿Me esperaron mucho? - espero la respuesta en un grito que no tenía pies ni cabeza. Sonrió como si fuera verdadera. - ¡Empecemos entonces!

La música era algo automático, sus manos, su voz, conocían las canciones que él había escrito. Hace tiempo había aprendido a agradar a las personas, a hacer bromas, sonreír y ser el artista que esperaban ver. El Damon que querían ver.

Amaba la música, solo la música.

¿Qué pasa con los sueños que se cumplen?

Ya no estaba seguro si su sonrisa era real, si le agradaban los gritos. Que irreal era escuchar sus letras cantadas con la fuerza que hacía eco en las luces de colores, en la adrenalina que recorría su cuerpo.

-Gracias Nueva York, muchas gracias - gritó como despedida, su voz ronca y su emoción una nube.

A su salida le acompañaron los gritos que pedían más, pero él ya no tenía más para dar. Bajó las escaleras tras las cortinas del escenario. Su nube exploto en un jadeo cuando su cuerpo, incapaz de sostenerse, se desplomó desde la primera escalera.

Tres personas se lanzaron a atraparlo antes de que su cabeza golpeara el suelo de concreto,

• • •

Miró una vez más la pantalla de su celular. Desde este lado del rio, la ciudad se veía iluminada. Habían pasado horas desde el concierto, pero ni la medicina había conseguido ayudarle a dormir.

Se apoyó en la baranda de la terraza, miró a la carretera debajo y por un segundo contempló aquellos pensamientos que le aterraban y que, a la vez, parecían más fáciles que todo lo demás.

-Mat, Mat. Ya no puedo más. Por favor, por favor contéstame,

Era el audio que le había enviado aquella tarde y que rebotaba en la oscuridad del departamento demasiado vacío, sin ninguna luz encendida.

-Te necesito por favor. No puedo hacer esto solo.

-¿Sabe Lee del concierto? Puedes al menos dejar que ella venga. Por favor Mat, estoy solo.

Y cuando Mat no contestó hizo lo que nunca pensó que haría.

-Gina, por favor, solo dile a Mat que escuche los mensajes.

-Yo sé que dijiste que no me amabas, pero ¿Puedes fingir dos segundos que sí? Solo por hoy, solo hoy. Por favor, no quiero estar solo.

-Mat, ya no puedo más de verdad no puedo hacer esto más, no puedo... - su voz se hizo pedazos al final y ese fue el último mensaje que envió.

Miro aquellos mensajes, escucho cada uno y apretó el botón para grabar uno más, pero no tenía nada más que decir. Cerró los ojos cerro los dedos sobre la baranda, tomó la decisión.

Pero no saltó.

Su promesa todavía tenía valor, aunque él ya no lo tuviera. Se derrumbo sobre sus brazos y las lágrimas que no caían ya.

Alzó la vista a las pantallas y su rostro sonriente en todas ellas, las imágenes de un concierto que parecía dentro de un sueño. Ese era su sueño.

Pero eso no importaba ya. A veces solo le gustaría que el mundo se detuviera por completo.

Error 410: Sueños RotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora