Olvídalo

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El fin de semana llegó, Itadori todavía estaba en la cama viendo el techo, la conversación que había tenido el día de ayer con su amiga lo dejo pensando.

<< No tomes definitivo eso, en cualquier momento puede cambiar de opinión, mejor prevenir esta tarde >>

Claro que tenía razón, Sukuna era impredecible para esos casos, pero entonces como lo hacía.

Se levantó de la cama y bajo al primer piso, escuchó ruidos en la cocina, se acercó ahí. Ryomen estaba preparando algo.

— Sukuna — lo llamo despacio — ¿Hoy vas a salir?

Esperaba que dijera que si, ya que así no se daría cuenta que el también saldría, cruzo los dedos.

— No, pero vendrá alguien — respondió sin mirarlo, termino lo que estaba haciendo y paso de Yuji para llegar al comedor, este lo siguió.

— Ya veo — soltó desilucionado.

Itadori regreso a su cuarto, esto iba a ser complicado. Se distrajo limpiando su recamara, paso unas horas y escuchó el timbre, debía de ser el invitado de su gemelo, cuando termino de limpiar le dio hambre.

Bajo a la cocina y vio a una chica, se le hacía conocida.

— Hola — le saludo amablemente.

— Oh hola, eres la chica de la otra vez.

Ella río.

— Me llamo Yui.

— Mucho gusto, yo Itadori Yuji.

— El gusto es mío, me retiro.

— ¿Ya te vas?

— No, me retiro a la habitación de tu hermano.

— Oh entiendo.

La chica se fue, el se quedó en la cocina comiendo un pan, en eso le llegó un mensaje.

[ ¿Ya lo arreglaste? ] le escribo su amiga.

[ Aún no ]

[ Pues hazlo rápido que ya se acerca la tarde ]

Dejo el celular en la mesa, su cabeza maquinaba a mil por hora en ese instante, entre tanto pensar se le ocurrió algo, tomo el aparato y subió a su cuarto sin que lo escucharan.

Busco su ropa más abrigadora, se puso una bufanda y se recostó en la cama, espero a ejecutar su plan, se entretuvo hasta que se hizo tarde, a las cuatro y media tenía que estar en el lugar que habían acordado.

Vio el reloj de la pared, dos de la tarde, en media hora se tenía que estar alistando para salir, la puerta de su cuarto se escuchó.

— Pasa — intento hablar ronco.

Se abrió la puerta y entró Sukuna.

— Que te pasa, porque todavía estás en la cama, no vas a comer acaso.

— Me empecé a sentir un poco mal, creo que agarre un resfrío — fingió toser.

— ¿Resfriado? — frunció el ceño, no parecía muy convencido — ¿No vas a comer?

— Ya comí algo — se subió la bufanda tapando su boca y nariz — ahora solo voy a dormir hasta que sea mañana.

— Como quieras, si te mueres no vendré a rescatarte — camino a la salida.

— Gracias.

Una vez estando solo miro de nuevo el reloj, dos con quince minutos. Se levantó de la cama y dio vueltas por la habitación.

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