Sinceridad

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El hotel de Said en Rio tiene dieciocho pisos y es enorme. Es un coloso que tiene una de las vistas más privilegiadas a las playas de la ciudad. En cuanto llego, pido orientación a uno de los empleados de Said y me comunican que el restaurante está en el último piso. Hay un pequeño restaurante en el primer piso, pero Said se encuentra en el que está en el último, después de todo es el más grande.

La subida en el ascensor es de los nervios, no solo porque le temo a los ascensores sino porque espero que Said me reciba este collar.

En cuanto llego al último piso, me quedo maravillada de la vista que se puede ver desde esta altura. Veo las luces y los faros, no se puede ver el azul turquesa del mar, pero el sonido de las olas es una melodiosa canción que reconforta mis oídos.

A unos metros veo a Said, mirando su reloj y luego cogiendo su celular. Él se da cuenta y alza su cabeza y nuestros ojos se encuentran en un segundo, pero pese a los metros que nos separan, la intensidad de sus ojos verdes como el océano, provocan una sensación y el mariposeo en mi estómago vuelve. Nunca en mi vida me he sentido nerviosa con Said, pero lo estoy y lo atribuyo al temor de que no me acepte de vuelta el collar, porque eso tiene que ser...

Said es todo un caballero y se levanta y saludándome, me ayuda a acomodar en un asiento.

- Buenas noches - le correspondo.

- ¿Cuál es el asunto que quieres decirme Jade? – pregunta. Su voz es armoniosa, varonil.

- Perdóname, sé que te dije que quería hablar de Khadija, pero ella no tiene nada que ver - digo – Sabia que de otra forma no hubieras accedido a hablar conmigo, pero necesito devolverte este collar. – Me quito el collar y lo pongo a su costado.

- No es necesario Jade – responde Said. - Allah, es bueno conmigo y esto no significa ninguna pérdida para mí, quédatelo.

- No puedo – comento. Me gustaría quedármelo, porque pese a que Khadija haya intervenido en su compra me ha hecho volver a las épocas en que Said trataba de conquistarme.

Con el tiempo uno aprende a valorar las pequeñas y grandes cosas que una persona hace por ti. Said me ofreció muchas veces poner el mundo a mis pies, pero mi locura por Lucas nunca me permitió amarlo de la manera en que él me amaba a mí. Ahora tengo a Lucas, pero la burbuja de la pasión y el fuego parece una chispa que ha empezado a apagarse.

- ¿Es por Lucas? – pregunta y asiento – Sabia que algo así pasaría, pero de igual forma me gustaría que te lo quedaras, veo que en el tiempo que llevas casada no llevas joyas nuevas, supongo que los occidentales, no le dan tanto valor a apreciar la belleza de una mujer adornada como la joya más preciada.

- No puedo aceptarla – repito – Es mejor que se la des a tu esposa.

- No. – responde Said - Me gustaron esos tres Jades que tiene el collar, nos representan. – Lo miro sorprendida – Tómalo como algo familiar. Somos tú, yo y Khadija. El lazo de nuestra hija nos unirá para toda la vida.

Se lo que piensa Said. Un hombre como él no aceptaría que le devolvieran un regalo. De igual forma no pienso quedármelo.

Una mesera se acerca a nosotros con dos platos de comida. La miro sorprendida.

- Debo creer que aún no has cenado – comenta Said y es cierto. No lo he hecho y es principalmente porque solo estuve pensando en devolverle el collar, desde que dejé a Khadija a su casa.

En mi mesa ponen mi comida favorita. Miro a Said, tiene una sonrisa de medio lado y sus ojos verdes se cruzan con los míos. Said siempre quiso hacerme feliz y pese a que muy pocas veces le compartía las cosas que me gustaban el trataba de averiguarlas para complacerme. Siempre se preocupó por el mas mínimo detalle.

Una última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora