Corazón a la mitad

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Cuando era niña no me gustaba la lluvia, le tenía miedo y era peor cuando venía acompañada de truenos y relámpagos. Había veces que despertaba sobresaltada en la noche cuando la tormenta eléctrica sobre la ciudad era muy fuerte. Mamá, venia luego a acostarse a mi lado y yo buscaba su compañía y dormía en sus brazos sabiendo que tenía la seguridad de que ella estaría junto a mí, con los años eso nunca cambió y aunque mi mamá falleció, sin querer siempre buscaba compañía en esos días. En mi vida en Fez, cuando eran días lluviosos y las tormentas eléctricas se agudizaban, también buscaba compañía. Said dormía a mi lado e inconscientemente terminaba en sus brazos acurrucada en su pecho. Eran pequeños momentos, donde esos pequeños gestos de mí hacia él, ponían una sonrisa que le duraba días hasta que nuevamente le daba algún otro disgusto. Darle pequeñas demostraciones de cariño era suficiente para que sus ojos se llenaran de esperanza. En aquel tiempo no lo amaba y sabía que solo buscaba la seguridad que me daba mi madre frente a mis miedos en sus brazos.

Siento el latido de su corazón pegado en mi oreja y su brazo rodeando mi espalda. No sé qué horas llegó, lo que sí sé es que desperté a las once de la noche para tomar un poco de agua y aun no estaba a mi lado. Fue en ese camino de la cocina a mi habitación que se desató la tormenta eléctrica sobre la ciudad. Llegar a la cama y no tenerlo me hizo recordar la tranquilidad que me daba estar en sus brazos. Fue difícil volver a conciliar el sueño con todo el ruido y mis propios miedos manifestándose, pero, poco a poco volví a quedarme dormida. 

Trato de moverme sin despertarlo porque deseo que pueda descansar después de todo el día que de seguro ha tenido en el hospital, pero me es difícil. Al tratar de incorporarme siento su mano jalándome nuevamente a la cama. Al voltear veo que se ha despertado. Él me mira de una forma que todo parece volverse mágico.

─ Jade...─ murmura mirándome a los ojos.

─ Perdón por despertarte, Said. ─ comunico. Said me mira con una mirada tan intensa que me pone nerviosa.

─ Discúlpame por no avisarte que llegaría tarde.  ─ responde ─ Mi hijo salió a las diez de quirófano.

Imaginar a Rania dándole arrumacos en la clínica vuelven a encender los celos en mí.

Trato de esquivarlos, porque sé que el lazo de su hijo es para siempre. Yo amo a Said, pero su hijo también lo necesita.

─ ¿Y cómo está? ─ preguntó.

─ Ya está mejor. Rania se quedó con él. Mañana le darán de alta.

Acaricio su rostro. Conozco a Said, está cansado. Su mirada está un poco triste y puedo intuir que es por el remolino de emociones que hemos tenido este último día. Él se acerca a besarme y yo me dejo llevar por las emociones que me producen estar a su lado. Su amor me produce tranquilidad, cuando estamos juntos siento que nada importa, que la felicidad y tranquilidad si se pueden encontrar en el amor, que lo que creí alguna vez que era amor por la intensidad y las lágrimas que derramé queda corto al lado de lo que ahora siento.

Said lleva sus manos a mi cintura y me pone encima de él, puedo intuir lo que quiere. Al mirar el reloj veo que todavía son las seis de la mañana. La nana de mi hijo sale a las ocho de la mañana por lo que aun puedo aprovechar el tiempo con mi esposo.

Me froto encima de él y siento como poco a poco se va excitando. En el pasado, había tiempos en los que Said le gustaba tenerme encima de él y yo le seguía el juego cada vez que quería que hiciera algo por mí. Yo en aquel tiempo tenia vergüenza de mi misma cada vez que sentía placer en sus brazos, porque siempre creí que traicionaba el recuerdo de Lucas, pero ahora es todo diferente, soy su esposa, lo quiero y puedo poner todo de mi parte.

Una última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora