Said

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Son las seis de la mañana cuando el golpe de realidad me azota.

Le he sido infiel a Lucas.

Said se remueve en la cama cuando intento salir.

─ Jade – dice y se acerca a darme un beso, que no puedo dejar de responder.

Nunca había sentido tanta felicidad en sus brazos, pese a que durante veinte años fue mi esposo.

─ Said – musito, cortando el beso que nos hemos dado – No puedo ─ le digo pese a que ayer permití que la lujuria me cegara – No puedo hacerlo.

Said me mira y yo no puedo evitar mirar su desnudez. Su miembro está totalmente erecto y ese beso ha hecho que se me active el deseo. Mi mente me dice una cosa y mi cuerpo hace otra cuando tomo el rostro de Said y soy yo quien empieza el beso. Said se sienta y yo voy encima de él. Me acomodo encima de él y siento lentamente como me penetra, el vaivén es delicioso y siento que mi corazón se va a desbocar a medida que el placer se mezcla con el ansia de perderme en sus brazos.

Said me penetra hasta lograr llevarme a tocar un pedacito de cielo.

¿Cuántas veces no tuve a este hombre?

Muchas, dice mi inconsciente y mi mente me da la amarga respuesta de que nunca me permití amarlo.

Siento su liquido brotando en mi interior, mientras el orgasmo nos golpea.

Said cae junto conmigo y me abraza. Trato de grabar su mirada, sus labios y esos maravillosos ojos verdes que un día pensé que Khadija heredaría.

Tengo que grabar este recuerdo en mi memoria porque sé que cuando hoy salgamos de esta habitación seremos dos desconocidos que continuaran sus vidas como si esto no hubiera pasado, como si la pasión y la lujuria no nos hubiera hecho caer en un haram que hemos cometido dos veces en tan solo horas.

─ Yo aún te amo, Jade ─ musita Said contra mi espalda donde reparte besos que me hace sentir deseada y amada.

─ Yo no debería estar aquí ─ digo, volteada. Me gustaría corresponderle ese amor, pero hay algo que me lo impide.

Estoy casada con ese hombre el cual desee por más de veinte años, por el que arroje mi vida al viento, por el que luche contra mi destino...

Por el que me abandonó tantas veces, dejándome con maleta lista...

Sé que la ilusión y vivir de ella, nunca trae nada bueno.

─ Perdóname, Said ─ digo aun volteada – Me tengo que ir... Perdóname...

Me levanto y Said me detiene tomándome por la muñeca izquierda.

Las lágrimas aparecen en mis mejillas.

─ Nunca te sentí tan entregada a mi ─ empieza Said – Solo necesito que me digas algo, Jade.

Volteo a verlo. Said mira mis lágrimas y empieza a limpiarlas con las yemas de sus largos dedos. Sé lo que va a decir, lo sé muy bien, pero no puedo responderlo. No ahora. Estoy confundida.

─ Estoy confundida – le respondo antes de que me lo pregunte.

Said delata con su silencio lo herido que está y aunque antes no me importaba lastimarlo, ahora es diferente. Su dolor es mi dolor. Veo como las lágrimas empiezan a inundar sus ojos y es un punto de quiebre. No quiero verlo llorar como antes, no quiero que sufra por mí. No quiero que yo sea quien lo inunde con tristeza.

No quiero, simplemente, no quiero.

Le doy un último beso con sabor a despedida, con desespero y pasión contenida, con el sentimiento puesto a flor de piel y con el implícito sí a su pregunta. En el fondo de mi corazón sé que hay una afirmación que no puedo decir en voz alta.

Una última oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora