02. no way back

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24 de Diciembre 2009

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24 de Diciembre 2009.

Habían transcurrido exactamente dos días completos desde que el material, sea lo que fuese, había entrado en contacto con su organismo y alterado por completo su vida y código genético. Aidan se encontraba aún hospedado en la sala de cuarentena en el ala médica de la base, un espacio que nunca esperó ocupar pero que estaba experimentando en aquellos momentos. La rutina comenzó a ser su compañera durante las cuarenta y ocho horas que habían pasado...o quizá eran más horas? El tiempo dentro de esa habitación parecía dilatarse de una forma inexplicable y sin ventanas alrededor para calcular horas por medio de la luz solar, no podía estipular qué hora del día era. Aun así, logró establecer los horarios de los agentes que le traían comida, lo cual le permitió llevar una rutina más estructurada.

El primer día fue algo extraño para Aidan. De pronto se encontró sumido en un estado constante de somnolencia del cual no podía recordar la razón detrás. Era como si estuviera recuperándose de una gran resaca, algo que conocía bien debido a sus años rebeldes en la adolescencia. Cada vez que despertaba de su letargo perpetuo, se levantaba para ir al baño y refrescarse antes de volver a su prisión acolchada. Algunos agentes que le conocían bien lograron infiltrarle algunos libros para entretenerse...hasta que el sueño volvía a golpearlo.

No obstante, el segundo día fue diferente, o al menos un poco más diferente de lo que se esperaría al estar encerrado en proceso de cuarentena sanitaria. Aidan decidió que no podía quedarse quieto ni un segundo más mirando esas paredes blancas. Trató de imponer un poco más de normalidad en su rutina a pesar de todo lo ocurrido hacía apenas 42 horas atrás. Se levantó de la cama, que, a pesar de todo se había convertido en su especie de refugio. Luego se desperezó y dirigió sus pasos hacia el baño adjunto para refrescarse después de un largo día de sueño ininterrumpido. Una vez fuera del baño, se puso la ropa deportiva y se preparó para un entrenamiento que lo llevaría al límite.

Cualquiera que estuviera observando a través de las cámaras de seguridad en ese momento podría haberse preguntado si Aidan estaba perdiendo la cabeza, pero  aquello no era nada más lejos de la realidad. Todas las mañanas, cuando despertaba en su apartamento, Aidan solía hacer ejercicio todas las mañanas antes de dirigirse a cualquier base de S.H.I.E.L.D. a la que fuera convocado en el momento, para cumplir con sus misiones, y, demonios si no había tenido su cuota de misiones en los últimos tiempos.

into the fire, STEVE ROGERS²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora