08. beneath the lies

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La llama danzante en la palma de su mano iluminó la habitación, oscura y sin un ápice de vida más que él mismo

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La llama danzante en la palma de su mano iluminó la habitación, oscura y sin un ápice de vida más que él mismo. Su espalda apoyada contra el cabecero, torso desnudo y vaqueros que habían visto una mejor vida. La barba de días le estaba comenzando a picar, era un forastero en un país medianamente hostil que había visto mucho durante la historia. Vladivostok en Rusia era una ciudad portuaria de Rusia en la que había estado desplegado desde hacía seis meses atrás.

Y todavía no estaba remotamente cerca de terminarla, necesitaba más tiempo.

Estar encubierto profundamente no era fácil como lo pintaban en las películas, esto era mucho más complejo. Más riesgoso, lo pillaban y todo se iría al carajo. El apartamento en el que vivía se trataba de un piso franco en un complejo de departamentos en el área suburbana, un refugio temporal. El sonido de la lluvia contra las ventanas hacía un eco a través del modesto apartamento, que era por lo menos la mitad de lo que estaba acostumbrado en Nueva York, que era normalmente donde residía.

Antes de que Fury le asignase aquella misión. Es decir, no es que se le entienda mal. Aidan Halliwell amaba ser agente de campo e ir a misiones. Pero esa era la primera vez en su historia desde que se había convertido en agente que había estado en bajo contacto con los suyos. Brock probablemente estaba en casa, de vuelta en Estados Unidos liderando como siempre su equipo S.T.R.I.K.E. o tomándose unas cervezas en su nombre. Probablemente estaba fuera de turno, ni siquiera sabía qué hora eran en Estados Unidos.

Cerró el puño apagando la llama en su mano, suspirando, y se levantó de la cama con un salto perezosamente. Atravesó hacia la pequeña sala, hasta llegar a la pequeña cocina. Una vez en el lugar abrió la nevera, que no tenía casi nada más que unos botellines de cerveza, una botella medio llena de vodka y algunas cosas más para mantenerse alimentado. Vertió un vaso y lo bebió de un solo trago, sintiendo el líquido arder por su garganta.

Aidan pensó que debería alistarse, de todos modos. Lluvia o no lluvia, el trabajo no esperaba por nadie. Entrar en el papel de Alek volkov-Stewart, el ruso mitad americano era fácil, habían muchas cosas en común con su persona, pero también muchas variedades, excepto por los poderes. Cuando Aidan se metía en su papel, tenía que continuamente recordarse que no tenía poderes, como, en absoluto.

into the fire, STEVE ROGERS²Donde viven las historias. Descúbrelo ahora